capitulo veintiuno

4.2K 182 66
                                    

**ADVERTENCIA. Contenido +18, escenas sexuales explícitas. Si no son de tu agrado o te incomodon, te recomiendo saltarte este capítulo, no es crucial ni necesario para la trama.

Do I wanna know? — Arctic Monkeys

Alec Ogden.

Supe que el juego sería jodido en cuanto me percaté de que mi cabeza estaba en otro sitio.

Se encontraba en el hecho de que ni siquiera había iniciado con toda esa supuesta venganza que era solo un intento de finalmente respirar en paz y sin culpa. En que pronto vería a mis padres en navidad y no tendrían ese regalo que les había prometido: justicia. Y que todo esto era a causa de una mujer que me hacía aplazar mis planes.

La mujer que estaba sonriéndome con malicia porque le encantaba tenerme de contrincante, de enemigo.

El sonido del silbato resonó por la cancha.  Layla realizó el saqué, el balón yendo directamente hacia Kate y después hacia Joe, fue fácil que rematara, pero no conseguí el punto.

Regresó a nuestra cancha enseguida, volví a recrear el remate y esta vez fue Layla quien me bloqueó, fue punto suyo.

Me pasé la mano por el cabello. Maldita sea.

Otro pitido. Golpes al balón. Recepciones, remate. Bloqueo. Punto suyo. Y los siguientes dos también lo fueron.

La estúpida sonrisa pretenciosa de Blaise fue lo único que logró controlarme de no ponerme como un cabrón que no sabía perder.

Obtuvimos tres puntos, ellos cinco.

Detestaba perder, sí, lo aceptaba. Era un imbécil que no sabía perder, un arrogante que siempre quería ganar y terminaba haciéndolo.

Aunque hoy no fue así.

Ni siquiera creí que estuviera enojado por esa mierda de perder, si no que había acumulado todas mis emociones y decidieron explotar con este estúpido juego.

Respiré hondo al mismo tiempo que el último pitido sonaba, dando por terminado el juego.

—Te gané de nuevo, Ogden —Blaise no perdió el tiempo de restregármelo, acercándose a mí.

Volteé los ojos, clavando mi mirada en ella. Tenía las mejillas sonrojadas y mechones de cabello habían escapado de su coleta. A pesar del desastre que casi siempre era en los entrenamientos, muchos babeaban por ella.

Por ejemplo, un imbécil que estaba en las gradas que no dejaba de verla. Ni siquiera entrenaba aquí.

—No te acostumbres —le respondí finalmente, moviéndome alrededor de Blaise para que diera la vuelta y ser yo quien le diera la espalda al imbécil para que dejara de verle el culo—. Te estoy dejando disfrutar de las últimas veces que ganarás. No quería quitarte el puesto tan rápido.

—Claro, Alec, claro. Mejor dime, ¿por qué tan distraído?

—¿A qué te refieres? —Di otro paso hacia Blaise, conociendo la forma exacta de cambiar la dirección de la conversación.

—Empiezo a ganarte con mucha más facilidad que antes.

—Ya deberías de saber que eres una distracción —Bajé mi tono de voz y me cerní sobre ella, rocé su cadera con mis dedos accidentalmente—. En especial con estos malditos shorts.

—Tú deberías trabajar en tu concentración —espetó, fingiendo molestia.

Quería tocarla, pero sabía que no me permitiría hacerlo aquí. Apenas y dejaba que lo hiciera cuando solo éramos nosotros dos.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora