Dollhouse — Melanie Martínez
Llegué a casa tambaleándome desde que bajé del auto de Ellen. Ella no había bebido tanto por lo que pudo traernos sin problemas, no sé que habrá sido del auto de Layla ya que la dejó en su casa antes que a mí.
En cuanto estuve a menos de dos metros de distancia de la puerta de casa me arrepentí de no haberme quedado con Layla.
Suspiré y tomé varias respiraciones profundas, si se daban cuenta de lo tomada que me encontraba la riña sería para mí.
Intenté arreglar un poco mi cabello, de seguro parecía un maldito nido de pájaros, y busqué mantener la cabeza y mis pensamientos fríos.
La puerta no tenía llave, así que simplemente entré tratando de ser silenciosa. A lo mejor estaban tan enfrascados en su discusión que podían pasarme desapercibida y llegar a mi amada cama para descansar finalmente.
Di un paso dentro pero me detuve al ver los tacones. Si entraba con ellos puestos podría resonar demasiado el sonido. Los retiré de mis pies y caminé de puntillas.
Era obvio que tenía que pasar por la cocina para ir a mi recámara y desde ahí venían los gritos.
No tenía opción. Apreté los labios. Diosito, ilumíname o elimíname.
Me preparé mentalmente antes de pasar por el umbral de la cocina, lo hice, estaba apunto de cruzarla sin ser notada hasta que Denver abrió la boca.
—¡Ella de seguro también se estaba metiendo cosas y no le dicen nada! —Me señaló y las miradas furiosas ahora estaban sobre mí. Mierda. —¿Por qué solo me regañan a mí? ¡No soy el único que hace mal las cosas en esta familia!
Fulminé a Denver con la mirada. Maldito.
—¡Yo no me drogo! —Protesté. Sólo consumía alcohol muy pocas veces. ¿Cómo se le ocurría acusarme de eso, al bastardo?
—¿No? —habló mamá finalmente —. ¡Mira cómo vienes! ¿Qué nadie en esta familia puede estar sobrio un jodido día? ¡¿Qué les pasa por la cabeza?!
—¡No estoy drogada! —Grité adentrándome al salón y lamentablemente a la discusión. Odiaba que dijeran eso de mí—. Deberías de reclamarle esto a tu esposo, fue el ejemplo que nos dió y el mismo que nos da Denver.
—¡Cállate! —ladró Denver.
—¡Siempre estamos en problemas por Denver, eso es lo que sucede! —El alcohol que quedaba en mi cuerpo estaba provocando que explotara—. Deberías dejar de ser tan egoísta. ¿Crees que eres el único que sufre, eh? ¿Crees que eres el único que quiere huir de toda esta mierda? ¡Todo estamos cansados de las situaciones en las que nos metes tú!
—No los meto en nada. Son mis problemas —espetó acercándose.
—¿Ah si? ¡Pues si son tus problemas, ve y soluciónalos tú! ¿Por qué tienes que involucrar a la familia? Todos están afectados por ti y tú no ves más allá de las drogas. Es la única solución que encuentras. No ven más allá de ustedes —vi a Leigh y a Shannon. No podía tolerar ni un segundo más que nadie hiciera nada por ser una verdadera familia—. Todos son unos putos egoístas que les importa una mierda dañar la vida de los demás. Lo único que les importa es su maldita fama, la misma que nos llevó exactamente a dónde estamos.
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Escondidos entre mentiras
RomanceBlaise acababa de regresar a su ciudad natal. Volvió con su familia después de terminar su carrera y sólo podía pensar en una cosa: quería centrarse completamente en el deporte que mas amaba, el voleibol. En el gimnasio que consideraba su segunda ca...