capitulo ocho

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Elastic Heart — Sia

Alec Ogden.

Soy un idiota.

Eso era lo que pasaba.

¡Maldita sea! Perdí el partido por estar como un estúpido embobado viendo a Blaise.

No era el único, porque era obvio que la mayoría de los idiotas del gimnasio enloquecían por esa mujer y ahora yo era uno de esos idiotas.

Estuve a nada de ganar dos juegos seguidos y perdí el último por su culpa.

Todo fuera más fácil si la mujer sintiera algún tipo de atracción hacia mi en vez de odio. Si pudiera probar al menos su boca podría sacármela de la cabeza.

El hecho de que ella no me quería cerca y yo sólo podía pensar en cómo se sentiría su cuerpo contra el mío, hacía que la deseara aún más.

Me incorporé del banco de pesas, dejando caer las mismas a mis costados, frustrado conmigo mismo.

Y luego mis ojos dan de lleno con la causa de mis insomnios.

Blaise empujó la puerta con ayuda de su hombro debido a que intentaba abrir una botella de agua. Como siempre, llevaba ese estilo de shorts que se ceñían tanto a sus muslos, dejando muy poco a la imaginación y una camiseta algo holgada, aunque sabía de memoria que traía un top abajo para más comodidad a la hora de hacer ejercicio.

Admito que me perdí un poco más de la cuenta en su delicado rostro, en sus mejillas levemente enrojecidas en comparación con su piel clara, el cabello algo despeinado recogido en una coleta alta la hacía lucir un poco más despreocupada de lo que en realidad era y su labio inferior más carnoso que el superior eran una mera provocación.

A regañadientes aparté la mirada de su rostro, antes de que se diera cuenta de lo observador que me ponía cuando de ella se trataba.

Retiré el sudor de mi frente con la tela de la camiseta haciendo el intento de disimular que la estaba viendo nuevamente como un idiota embobado.

Caminó por enfrente de mí, muy enfrascada en sus pensamientos como para darse cuenta de mi presencia. O tal vez simplemente no le importaba en absoluto, justo lo que yo debería sentir, pero aquí estaba como un adolescente hormonado comiéndomela con la mirada.

Volteé los ojos para mí mismo. Alargué más de lo normal el descanso por lo que volví a lo mío, sólo me faltaba una serie y podía ir a comer y dormir finalmente.

El gimnasio ya casi se despejaba por completo, a excepción de algunas cinco personas. Eran cerca de las ocho de la noche cuando finalmente terminé mi rutina.

Siendo sincero me quedé un poco más de la cuenta examinando a Blaise pero lamentablemente ella también se marchaba por lo que no me quedó de otra más que igualmente retirarme.

Recibí un mensaje de Hayden que respondí antes de salir, apoyándome en el recibidor de la entrada.

Hayden: ¿Será que mi mejor amigo tendrá un poco de tiempo para esta alma en pena?

Hayden: Sam acaba de decir que no la busque nunca más.

Hayden: Y que soy un imbécil.

Hayden: Es verdad, pero me dolió.

Hayden: ¿Sigues ahogándote en sudor?

Hayden: ¿Te preparo una tina y vino? Puedo hacerte mimos en el cabello.

Esbocé una sonrisa divertida ante lo último. A veces era tan estúpido.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora