capitulo treinta y seis

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Love story — Taylor Swift

Blaise Sadler.

Choqué las manos con Layla, ambas con una enorme sonrisa en el rostro.

Atrapé el balón en el aire y me posicioné varios pasos por detrás de la línea de fondo a la espera del sonido del silbato para realizar el saque.

Odiaba a Alec con todo mi ser.

Estaba acaparando toda mi vista y para el colmo, se atrevió a usar la parte inferior de su camiseta para limpiar el supuesto sudor de su frente, dejando al descubierto su abdomen marcado.

Me dio un vuelco en el estómago y otro del coraje.

Maldito idiota.

Intentaba distraerme porque nos faltaban tan solo dos puntos para ganarles y él haría todo con tal de no permitirlo.

Realicé el saque con seguridad una vez que el pitido sonó, sin dejarme afectar por aquella imprudencia suya.

Corrí a mi posición después de que el balón llegara directamente a Kate. Recibió con facilidad y luego todo fue demasiado rápido.

Hubo un remate de parte de Alec que casi perdimos de vista, pero fui rápida en deslizarme por la madera y elevarlo nuevamente.

Todos jugaban con tal destreza y rapidez que perdías de vista los toques, solo de repente el balón aparecía en nuestro campo de visión amenazando con tocar el suelo.

Fue turno de Joe de salvarla y Layla se encargó de rematar, pero fue bloqueada por Kate y nuevamente casi perdíamos el punto.

Más que correr, esta vez me tiré y antes de que el balón tocara en suelo, interferí colocando mi mano en la madera, haciendo que rebotara en mi mano. Y tan solo un par de segundos después, sin darme tiempo a incorporarme, vi desde el suelo como la pelota caía en la cancha contraria.

Me levanté con una sonrisa en el rostro. Último punto.

Hice el saque, el balón viajó cancha tras cancha varias veces, mientras más duraba en caer, más me exasperaba.

Voleé para Layla, remató, Kate y Ashley la bloquearon, casi me hicieron gritar de frustración.

Mis rodillas dolían por las veces que terminé en el suelo evitando que la pelota tocara el maldito suelo, solo para que volviera una y otra y otra vez.

Solté un gruñido luego de una maldición cuando volví al suelo, estaba a punto de gritarle a todo mundo cuando el balón finalmente cayó sobre la madera pulida del otro lado de la cancha.

Ya ni siquiera hice una esfuerzo por ponerme de pie. Los brazos me ardían, una leve capa de sudor me cubría todo el cuerpo y estaba exhausta.

Respiré con profundidad hasta regular mi respiración, solo para que segundos después me fuera arrebatada de nuevo cuando un cuerpo se me dejó caer encima.

—Ganamos, Blaise —Layla suspiró con cansancio mientras yo emitía un quejido.

—Layla, quítate de encima.

—No, estoy cansada.

—¿A mi qué? Me duele todo y no ayudas.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora