capitulo veintitrés

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Cherry — Lana del Rey

Alec Ogden.

Necesitaba empezar a actuar.

Tuve el plan de aparecerme en sus vidas de alguna forma, Blaise fue una ayuda para acercarme a ellos y tenía la seguridad de que, de hecho, ya se habían percatado de mi presencia.

Lo cual era perfecto, no iba a ser sigiloso y simplemente apuñalarlos por la espalda sin que supieran que fui yo quien lo hizo.

Quería que supieran quién fue quien destruyó su farsa.

Denver se convirtió en un blanco fácil, la mayor parte del día estaba fumado, ahora era débil y lo mejor de todo era que conocía aquellos puntos que podrían destrozarlos.

Esto no iba a ser como antes, no actuaría por impulso, tenía cada paso y cada trazo calculado y planeado.

Tenía salidas de emergencias, sabía todas las formas en las que se podía desviar el plan y también las soluciones.

Solo que ahora había un punto débil para mi también; Blaise.

Pasar una semana cerca de ella fue suficiente para darme cuenta que no era alguien que iba a simplemente dar por perdida. Blaise había salido de mi campo de guerra al percatarme de que esos miserables también la hicieron sufrir.

Además de que podría aliarla conmigo y ser de ayuda para hundirlos hasta el fondo, para que se ahogaran en sus propias mentiras.

La necesitaba de mi lado.

Pero para eso tendría que contarle la verdad y no creía estar listo para eso.

A veces me ganaba el pensamiento de estar relacionado con ese idiota y sentirme cerca de él por Blaise. Logré meterme en la cabeza que Blaise no tenía la culpa de absolutamente nada, no tenía la culpa de tener una familia que encubriera delincuentes ni que ellos mismos lo fueran.

No mentí al decirle que ella también era parte de esa escasa belleza que le hacía falta a su familia. Estaba dispuesto a hacerla ver que ni ella ni Amie merecían ese tipo de tratos, estaba seguro de que era algo que Blaise sabía, pero iba a demostrárselos dándoles todo aquello que alguna vez les hizo falta.

Dándoles todo eso que fui incapaz de entregarle a Claire.

Con una mueca por el esfuerzo, terminé la última serie de abdominales. Solté una gran bocanada de aire y respiré con dificultad.

Me tomé un par de minutos para regular mi respiración y me incorporé, le di un sorbo a la botella de agua que siempre mantenía cerca de mí.

Una sonrisa apareció en mi rostro al visualizar a Blaise algo cerca. Casi siempre estaba fuera de mi vista, cosa que agradecía, porque si no sería imposible concentrarme. Odiaba más de lo que me gustaban esos jodidos shorts que siempre usaba.

Me acerqué con sigilo a pesar de que tenía audífonos, analizando sus piernas que se tensaban con cada empuje y esfuerzo que hacía. Luego clavé mis ojos en un imbécil que también la veía.

Sintió la intensidad de mi mirada y el estúpido, en vez de retractarse, me dedicó media sonrisa la cual quise borrarle de un golpe, pero me abstuve y simplemente lo miré con fastidio. No iba a perder mi tiempo, era imposible impedir que miraran todo el tiempo a Blaise, yo mismo fui parte de ese grupo.

Aún así, me posicioné del lado en que bloqueaba a Blaise de la vista de ese tipejo.

La atención de Blaise cayó en mí, su bonito rostro enrojecido por el ejercicio y el sudor enmarcándolo. Retiré uno de sus audífonos para que me escuchara.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora