capítulo treinta y nueve

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Tag, you're It — Melanie Martinez


TW: Violencia física.

Blaise Sadler.

Dieron las tres de la mañana y me levanté de la cama.

Según mis cálculos, a esta hora Shannon y Leigh estaban en su sueño más profundo. La hora de llegada de Denver normalmente eran las dos de la mañana y si no llegaba a esa hora, llegaría hasta las cinco aproximadamente.

Instalar esas cámaras no me llevaría mucho más de media hora, simplemente tenía que ser rápida.

Me incorporé y busqué la caja que me regaló Alec en los cajones del tocador. Eran pequeñas y casi invisibles, no requerían de cableado y ya poseían pegamento resistente.

Sería fácil.

A hurtadillas salí de mi habitación y me dirigí al piso de abajo, al sótano para sacar una escalera y transportarla con cuidado al pasillo de la cocina. Desde ahí se podía ver la cocina y parte de sala de estar, era un punto perfecto para colocar una.

El techo era demasiado alto, así que tuve que subir a uno de los penúltimos escalones. Me temblaron un poco las piernas en el proceso de estabilizarme. Incliné un poco el cuerpo para alcanzar la esquina superior, retiré el plástico que cubría el pegamento y luego presioné la camarita con fuerza en la pared. La sostuve ahí por un par de segundos y me aseguré de que no se cayera moviéndola un poco brusco. Presioné el botón en la parte inferior de aparato para que iniciara su respectiva grabación.

Quedó lista y bajé tambaleándome un poco.

No le tenía miedo a las alturas, simplemente que esa estúpida escalera se veía demasiado débil y no aportaba nada de seguridad.

Bajé el último escalón de un pequeño salto y doblé la escalera para pensar otro lugar en qué ponerla.

Mientras, instalé una en el pasillo que daba al cuarto de Amie y el mío. Alec quería una ahí. Fue rápido, el techo no estaba tan alto en ese sitio. Amie no estaba, se quedó en casa de una amiga suya, afortunadamente. Pues esa niña tenía un sueño tan ligero que con el más mínimo movimiento ya estaba más que alerta.

Se me ocurrió que sería buena idea poner una en el descanso de las escaleras, también en la esquina superior. Abarcaba la entrada, el pasillo que daba a la cocina y a la sala y parte de esta.

Esta vez la puse con más rapidez y facilidad.

Estaba asegurándome de que no se cayera cuando escuché la puerta de la entrada.

Se me cayó el alma a los pies.

La seguridad que había recolectado en esas escaleras, se esfumó de golpe. Mis pies no encontraban los escalones. Podía inventar alguna excusa con facilidad, pero la caja de las cámaras a los pies de la escalera no me ayudarían en absoluto.

Logré bajar de las escaleras e intenté patear la caja hasta la esquina, pero Denver ya había entrado a casa y estaba mirándome fijamente.

—¿Terminaste de volverte loca? —preguntó divertido, se le notaba en la voz lo mal que iba.

Ya ni siquiera sabíamos si se drogaba, tomaba, se inyectaba o simplemente era él.

—¿Qué mierda hacías ahí arriba, eh?

Buscó algo con lo que acusarme, sabía que lo haría.

—Nada que te importe —siseé, no me moví. Me daba miedo, maldita sea, realmente me asustaba.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora