capitulo quince

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My oh my — Camila Cabello

Blaise Sadler. (Maratón 3/3)

No sabía cómo pero estábamos dentro de la final. Corrección: estábamos apunto de jugar la final.

Y miento, si sé cómo es que nos encontramos en este punto; todas nos habíamos esforzado demasiado, hicimos hasta la imposible por ganar todos los partidos y después de lesiones, discusiones, estrés e incluso llanto, henos aquí.

—¡¿Están listas?! —Escuché la voz del entrenador a través de la puerta de los vestidores.

—¡Casi!

—¡Apúrense! Tienen que calentar antes.

Hubo algunos quejidos seguidos de más gritos del entrenador. Yo ya estaba lista, sólo que seguía dentro de una crisis existencial sentada en el suelo y recargada en los lockers.

—¿Y si perdemos? —Cuestionó Elva.

Entorné los ojos hacia ella no muy amablemente.

—No entrenamos hasta no sentir el cuerpo ni nos jodimos en todos los juegos para cuestionarnos tal estupidez, Elva. —Me incorporé sacudiéndome el short. —Vamos a ganar y no hay ninguna frase motivadora porque no hay necesidad de motivación, el juego es nuestro, la cancha también lo es y vamos a ganarles cueste lo que cueste. ¿Me oyeron? Cueste lo que cueste —Paseé la mirada por todas, incrustándoles mis palabras —. Así sea rompernos las malditas manos o quedarnos sin una pierna.

—Cueste lo que cueste —repitió Layla y sonreí cuando todas lo hicieron.

—¡Bien! —Aplaudí para llamar la atención de todas nuevamente —. Hora de salir.

Me cosquilleaban las manos, porque la verdad era que sí estaba nerviosa y horas antes a mi también me había atacado la inseguridad de perder, pero no la dejé entrar en mi cabeza.

Podíamos ganar, éramos capaces de hacerlo y ni el mismísimo diablo iba a detenernos.

Mis nervios habían estado tranquilos durante el previo entrenamiento, hasta que al dar inicio al juego me nombraron por medio de los altavoces. Los otros partidos fueron un poco más reservados —ni siquiera habíamos tenido un comentarista—, debido a que casi nadie estuvo al pendiente de ellos, pero era el final de los torneos estatales así que claramente habría mucha más atención y esto estaría en vivo en ciertos canales.

—¿Blaise Sadler? ¿Acaso es la hija escondida del gran basquetbolista y la modelo? —Me contuve de poner los ojos en blanco y le tendí la mano a la libero del equipo de Manchester con una sonrisa—. No cabe duda de que es ella, bien podría ser modelo al igual que su madre.

Afortunadamente el comentarista cambió de tema, percibí cierta atención sobre mí e hice lo posible por ignorarla.

El equipo de Manchester dio inicio al juego. Hice a un lado los nervios y cualquier pensamiento que no aportara nada a la cancha en cuanto el pitido del silbato resonó por todo el espacio.

Fijé la atención en el balón y en cualquier mal movimiento o recibimiento por si era necesario aventarme nuevamente como lo hice en el primer partido, me seguía doliendo la cintura aún.

Los primeros cuatro puntos fueron fáciles de conseguir, aunque la tensión nos tenía a todas nerviosas por lo que cometían algunos errores.

Fue mi turno para sacar e inesperadamente conseguí un punto con él. Seguidos de otros dos, fue sorprendente que los obtuviera solamente con el saque, tenía una enorme sonrisa de satisfacción plantada en el rostro.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora