capitulo venitidós

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West Coast — Lana del Rey

Blaise Sadler.

—Aquí a la izquierda —indiqué, cambiando la canción que se reproducía por los altavoces del auto de Alec.

—¿Por qué tan alejada del centro? ¿Son asociales o algo así?

Le fruncí el ceño, creyéndolo un poco idiota. Mucho más de lo normal.

—¿El apellido Sadler no te suena de algo? ¿O Dabney?

—Tal vez, pero no recuerdo exactamente de dónde —explicó.

—¿No te gusta el basketball?

—Sí, algo.

—Bueno, mi padre —la palabra escaldó en mi lengua— perteneció a la NBA por siete temporadas. Es reconocido, a decir verdad.

—¿Y tu madre?

—Modelo. Lo sigue siendo, aparece en casi todas las malditas revistas de Vogue.

—Ya veo. Familia de famosos, entonces —se relamió los labios, le señalé la izquierda de nuevo—. ¿Y tus hermanos?

—Se dedican al basketball también.

—¿Amie?

—Danza. Practica ballet pero ama todos los géneros.

—Resuenan en los medios, me imagino —me miró de soslayo—, pero nunca he visto nada acerca de ti.

—Así lo preferí yo. La verdad nunca quise entrometerme en todo eso de la fama y estar en el ojo publico —me giré hacia él, analizando su brazo extendido hacia el volante y lo fácil que lo controlaba, las venas que se marcaban en el, su perfil tan prodigioso y lo bien que se marcaba su mandíbula—. Creo que es algo innecesario y caótico.

—¿Nunca te llamó la atención la moda?

—No.

—¿Ni te dijeron que podrías tener más potencial como modelo que deportista?

Lo pensé un momento, aunque la verdad era que no. Mis padres nunca se sentaron conmigo a pensar qué era lo mejor para mí o si podría triunfar como ellos. Solo pensaban en su propio triunfo, sin embargo, Leigh sí se interesó por el de Levi y Denver en algún punto, desde que Levi se fue se centró solo en Denver pero al final resultó que Denver creaba más revuelo por polémicas que por ser bueno en su deporte.

Shannon pudo haberse preocupado por mí o por Amie, pero tampoco fue así. Considero que ella es mucho más egoísta que Leigh.

—Me dieron la libertad de escoger y preferí el deporte —mentí—. Además, lo de la moda contiene mucho más reconocimiento en los medios y nunca me gustó, ni de pequeña.

—¿Desde pequeña eres amargada?

Agradecía que cambiara el tema, pero no me agradaba del todo el nuevo tema.

—¿Y tú idiota?

Me dedicó una mirada rápida con una sonrisa.

—No, era demasiado inteligente.

—En tiempo pasado, claro.

—Hasta la fecha lo soy.

—No parece.

—¿En serio? —Detuvo el auto en el semáforo en rojo y aprovechó para clavar sus ojos marrones en mí con intensidad—. Porque estás en mi auto, después de haberte provocado un orgasmo con tan solo mis dedos a pesar de que decías odiarme y no tolerarme en absoluto y, sin embargo, tú también terminaste cediendo ante mí. Y eso no creo que lo logre cualquier idiota.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora