capitulo tres

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Join the party — Private Island

Quería ahogarme con la almohada.

Eran alrededor de las cinco de la mañana y Denver acababa de llegar a casa completamente ebrio.

Mamá estuvo esperándolo toda la noche y en cuanto llegó el silencio fue sustituido por gritos.

Finalmente había logrado descansar un poco después de noches con insomnio y este era mi lindo despertar.

Necesitaba seguir durmiendo pero los gritos no me lo permitían.

—¡¿Crees que con esa mierda que te metes los problemas desaparecerán?! —espetó mamá, quizás Denver no estaba sólo ebrio.

—¡No! Pero al menos logro olvidarlo un poco y sentirme bien. Luego llego a casa y tu... ¡me recuerdas lo mierda que es mi vida! —escuché un golpe sordo que me alertó, pero sabía que Denver jamás tocaría a mamá por lo que me tranquilicé un poco—. Ya sé que todo esto es una mierda pero no puedo hacer nada.

—¡Claro que puedes! Desde un principio te dije lo que tenías qué hacer y no lo hiciste. Nunca me escuchas.

Empezaron a reprocharse entre sí miles de cosas que yo no entendía y sinceramente no me importaban. Denver era el más problemático de todos, iba de problema en problema en problema y después simplemente huía de las consecuencias.

No me imagino la cantidad de problemas en los que se habrá metido en todo el tiempo que no estuve.

Inspiré hondo y me puse de pie para buscar unos malditos audífonos y reventarme los oídos con música porque no quería reventarme la cabeza con las discusiones de mamá y Denver, y luego las que tendrían Denver y papá, después las de mamá y papá y así sucesivamente.

—Lo vi de nuevo —Denver hablaba en murmullos pero al parecer se encontraban discutiendo en el pasillo ya que lo pude escuchar claramente—. Está planeando algo, lo sé.

—No está planeando absolutamente nada Denver, de seguro tú malinterpretaste todo con lo bebido y drogado que estabas —escupió mamá con desdén.

Seguía buscando con desesperación entre los cajones del mueble los audífonos, ya no quería saber más ni descubrir la mierda en la que se había metido Denver otra vez.

—¡Lo hace! —gritó exasperado y di un respingo.

Definitivamente me olvidé de cómo eran las discusiones con esos años en Francia. Lograron tranquilizar un poco mi caos mental.

Incluso hasta ganas de volver a Francia me dieron o a cualquier otro sitio.

—Baja la voz —siseó mamá, como si no hubiese despertado ya a todos—, deja de ser tan paranoico. Tal vez y lo olvidó todo y tú eres el único que se está mortificando.

—¿En serio crees que lo olvide así de fácil? Lo que le hice a su...—me coloqué los audífonos finalmente.

A pesar de que oía sus voces como murmullos incluso a través de la música, me quedé dormida.

***

Después de una semana entrenando me sentí como si nunca hubiese dejado de hacerlo. Durante toda esa semana no me incluí en ningún juego, por lo mismo de que no me sentía preparada.

También estuve observando a Alec y sus jugadas. En cuanto entrara a la cancha me encargaría de borrarle esa maldita sonrisa arrogante.

Me adentré en el gimnasio y esta vez fui directamente a los vestidores sin buscar a nadie en especial.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora