TV — Billie Eilish
Blaise Sadler.
Las palabras de Alec rebotaban en mi cabeza sin llegar a ningún lugar que las procesara.
O quizá sea lo estaba evitando conscientemente.
En el fondo, me gustaría creer que era un completa mentira. Me encantaría decir que mi familia jamás sería capaz de eso, pero yo más que nadie conocía de lo que eran capaces.
Pero... ¿una niña?
—No —sacudí la cabeza repetidamente, mi corazón latiendo con tanta rapidez y fuerza que lo sentía hasta en los oídos—. No, no, no. Estás mintiendo.
—No lo hago. Eso fue lo que pasó, eso fue lo que ellos te ocultaron solo porque sí. Porque ellos creen que no tiene importancia alguna, y yo no te lo dije porque tenía miedo a lastimarte.
Me costaba entender sus palabras, la cabeza me daba vueltas y el estómago se me constriñó.
Cada que pensaba que debía quedar una parte de aquellos padres atentos y cariñosos que alguna vez fueron, cada que ponía una pizca de esperanza en ellos, me enteraba de algo que las hacía perderse como las piedras en el mar.
Por eso evitaba las redes sociales. Evitaba enterarme de todos los rumores y polémicas que se metían por su maldita necesidad de fama.
—Jamás quise mentirte ni ocultarte nada, Blaise.
—Pero lo hiciste.
—Lo siento.
Sacudí la cabeza y me pasé las manos por el rostro, frustrada
—¿Qué haces aquí, Alec?
Y me refería a qué hacía aquí; intentando que volviera a creer en él, tan dispuesto a hacer lo que sea con tal de que confiara en sus palabras nuevamente. Con tanta necesidad bullendo de él por que lo escuchara.
Apartó la mirada un segundo, fue lenta en volver a mi rostro y fue una tortura lo que le costó mirarme a los ojos.
—Intento recuperarte —hablo en un susurro.
El tono de voz fue demasiado bajo y aún así se clavó muy hondo en mi corazón.
—Es demasiado tarde —dije, pero no era así.
Aunque no me gustara admitirlo, un pedazo de mí siempre lo esperaría y anhelaría que lo nuestro hubiese sido más que un error. Más que un tropiezo y más que solo un rato.
No puedo decir que para toda la vida, no nos conocimos lo suficiente para eso, no tuvimos suficiente el uno del otro.
La mirada de Alec lo delataba. La mía probablemente también lo hacía.
¿Y para qué negarlo?
Tan solo fuimos piezas rotas tratando de encajar, de llenarnos. De amarnos.
***
Volví a los entrenamientos. Volví al gimnasio, volví a casa con mis padres.
Volví a una rutina que mantenía mis pensamientos enjaulados, una rutina que me hacía creer que todo estaba bien.
Después de todo, siempre volvemos a donde nos sentimos cómodos y no importa si está bien o mal. Solo importa seguir.
Alec estaba allí.
Siempre estaba allí.
En los entrenamientos, en el gimnasio, en mis pensamientos, en mis sueños, me imaginaba su mirada y la sentía a cada segundo. Su perfume me perseguía, me hacía perder la razón. Comenzaba a odiar el invierno, pues solo provocaba que mi mente viajara a la calidez de las mano de Alec en mi piel.
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Escondidos entre mentiras
RomanceBlaise acababa de regresar a su ciudad natal. Volvió con su familia después de terminar su carrera y sólo podía pensar en una cosa: quería centrarse completamente en el deporte que mas amaba, el voleibol. En el gimnasio que consideraba su segunda ca...