capitulo veintiocho

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           Cinnamon girl — Lana del rey

Alec Ogden.

Por más que intentara darle su tiempo, necesitaba que me escuchara en ese preciso instante. Necesitaba que supiera la verdad, que sus bellos ojos dejaran de verme con desprecio y volvieran a retarme. La necesitaba a ella.

En repetidas ocasiones Hayden tuvo que detenerme para no ir a buscarla y rogarle como una maldito endeble.

Si bien dejé de insistir por mensajes, ya que seguía dejándome en visto, a veces me encontraba en medio de la madrugada y a oscuras en mi habitación, con su contacto en la pantalla de mi celular.

Aún así, no lo hice. No la llamé.

Sin embargo, después de aquella ocasión en la cual sí terminé suplicándole, era más difícil luchar contra mis ansias de buscarla a cualquier hora.

Sabiendo todo lo que pensaba de mí, era casi imposible no correr hasta ella e intentar, de todas las formas posibles y que existiesen, sacarle aquellos pensamientos que probablemente la estaban atormentando.

Ya no soportaría ni un día más sin verla.

Lo único que quería era que, al
menos, me escuchara. No tenía ni idea de qué mentira le habrán dicho aquellos imbéciles, aparte de que, supuestamente, yo fui quien mató a Claire y que la utilicé, eran capaces de inventar cualquier otra maldita cosa con tal de que ellos no salieran afectados.

Qué estupidez.

Jamás mataría a nadie, a excepción de ese cabrón, y mucho menos utilizaría a Blaise. No cuando ella había logrado lidiar con toda esa angustia que había en mí.

Me dolió como los cojones cuando estuvo apunto de decir que yo había matado a Claire. Que yo lo había provocado. Esas cuatro palabras que llevaban años torturándome en vida y sueños.

No tenía claro sí ella sola había llegado a esa absurda conclusión o si esos cabrones la convencieron de ello Lo que sé es que sería difícil sacarle esa idea de la cabeza, era demasiado terca para que fuera fácil.

Pronto tendrían algo qué decir de mí sin que fuera una mentira.

Debido al tiempo era imposible que se hiciera justicia legalmente, tendría que hacerlo por mi propia mano, y cueste lo que me cueste, obtendría esa justicia por la que había regresado Brighton. No estaba dispuesto a seguir de brazos cruzados cuando mi hermana murió por su culpa.

Sin embargo, seguía sin tener muy en claro qué tenía que hacer ahora que Blaise estaba dentro de mi camino y además de que yo la quería en mi camino.

No quería perderla tan rápido, ni que se fuera con las ideas que seguramente le habían metido, necesitaba que supiera la verdad, que me creyera y entonces dejaría que ella decidiera.

Solo no quería que se fuera pensando que la había utilizado.

Fue muy poco el tiempo que tuvimos para conocernos y mentiría si dijera que ya no quería seguir conociéndola, creo que incluso es lo que más quería en este momento; tenerla a mi lado.

Pero tampoco podía obligarla a quedarse conmigo.

Ese mismo día en que volvimos a vernos y a discutir, viajé a Crawley, a casa. Con mis padres.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora