capitulo veintinueve

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This side of pardise — Coyote Theory

Blaise Sadler.

No odiaba la navidad.

Pero en estos momentos no era de lo más agradable. Me sentía algo sola a pesar de estar con Amie y la familia de Layla. Y extrañaba a alguien.

Básicamente, la familia de Layla era nuestro refugio. Buscábamos en ellos todo lo que en nuestra familia no había.

No sé por qué en algún momento imaginé que había una posibilidad de pasar junto a Alec esta fecha, los tres juntos, sin embargo, todas esas posibilidades que imaginé junto a su nombre, se esfumaron en tan solo segundos.

—Bueno, organicé muchas actividades para hacer todos juntos —dijo la mamá de Layla, entusiasmada, le arrebató el celular a su hijo, a quien se le borró la sonrisa al instante. No conocía otra persona que amara tanto la navidad como la señora Cox—. Así que, empezaremos con una receta en parejas.

—¡Yo pido a Blaise! —Exclamaron Layla y Amie al mismo tiempo.

—Es mi hermana —Amie se cruzó de brazos, dispuesta a pelear por mi, arrancándome una risa.

—Exactamente. Tú puedes ponerte con tu hermano, Layla —dijo su mamá, pero fue ignorada.

—Yo la conocí antes que tú —defendió Layla, poniendo los brazos en jarra. Era una imagen demasiado divertida debido al mameluco verde con exceso de estampados navideños.

Y sí, todos estábamos enfundados en mamelucos navideños con estampados exagerados. De hecho, desde la primera vez que vi al padre de Layla, evité verlo nuevamente. Era demasiado para mí poco autocontrol.

Desde el momento que el mameluco vistió su cuerpo, su fachada diplomática y elegante desapareció. Lo había escuchada discutir hace un par de horas con su esposa por ese mameluco, luego escuché a la señora Cox hacer un berrinche el cual trató de que no la quería en realidad. Y dio como resultado un señor Cox en mameluco, sentado de brazos cruzados en el sofá, con el ceño fruncido.

El hacía todo por complacer a su mujer, incluso ponerse un mameluco ridículo por navidad.

—Me quiere más a mí —una sonrisa socarrona apreció en el rostro de Amie en medio de su disputa con Layla.

Me sentía halagada al estar siendo peleada por dos personas.

—¡En tus sueños!

—¡En los tuyos! —Su insulto no tuvo ninguna lógica, aunque de igual forma pareció ofender a Layla.

—¡Pues ella me cuenta muchas más cosas a mí que a ti!

—¿Ah si? Fíjate que conmigo no se queda dormida mientras vemos películas —subió y bajó las cejas. Layla entreabrió los labios, indignada.

—A mi me ha regalado libros —mentira, me obligó a que se los comprara.

—¡A mi me cocina!

—¡De seguro te está intoxicando!

—¡¿Qué te pasa, loca?!

—¡Niñas! —Exclamó la señora Cox, con cierto terror en su rostro.

—¿Loca yo? ¿Quieres que te diga un dato muy interesante de esta fecha? Fíjate que Santa Claus...

Sí, esa era mi mejor amiga metiéndose con una niña a la cual le doblaba la edad.

—¡Layla, no! —Gritó su mamá, taladrándola con la mirada.

—¡Ella...!

—¡Es una niña!

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora