Capítulo 31

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Nelson.

2:45 a.m. // Ya es lunes.

Te amo.

Una palabra que nunca había dicho, al menos no con total sinceridad, hasta ahora.

Es la primera vez en mi vida que se la digo a una mujer (a parte de mi mamá) estando 100% seguro y sincero. Y aunque no se si me escuchó o no, se lo dije, y si lo dije es porque en verdad lo siento.

Me costó asimilarlo, entenderlo.

Me tomo tiempo, pero ya soy consciente de que no puedo dejarla ir, de que la quiero conmigo. De qué se ha convertido en alguien demasiado importante para mí, mucho más de lo que por sí lo era, siempre que la tengo cerca siento la necesidad de cuidarla, de protegerla. Y cuando no está conmigo hago lo posible para que lo este.

Simplemente no puedo tenerla lejos, no quiero.

Se ha convertido en una necesidad estar cerca de ella.

La amo. Mierda, en serio que lo hago.

Verla dormir es algo relajante, demasiado estimulante, podría quedarme así durante horas con ella y no cansarme jamás.

En cambio yo no he dormido absolutamente nada en lo que va de noche, y no podría importarme menos, lo único que hago es verla y cuidarla.

Hacer lo que debí haber hecho cuando pasó lo que pasó con el malnacido de Guillermo. En parte, eso es precisamente lo que me ha mantenido en este desvelo, la impotencia y la rabia que siento por no haber estado con ella en ese momento. Porque primero muerto antes de permitir que vuelvan a ponerle un dedo encima.

La parto lentamente y ella se remueve, me siento en la orilla de la cama pasándome las manos por la cara y el pelo.

Me levanto, salgo del cuarto y me encuentro con Reicelys sentada en uno de los taburetes del mesón de la cocina. Me acerco.

- ¿Insomnio? - pregunta cuando me ve.

Asiento.

- Algo así.

- ¿Como está ella?

- Bien, esta dormida.

- Gracias por estar pendiente, Nelson. Ella te necesita más que nunca.

Me encojo de hombros apoyando los antebrazos en el mesón.

- No es necesario que me agradezcas. Es la niña de mis ojos, haría cualquier cosa por ella.

Reicelys hace el atisbo de una sonrisa.

- Vicky te quiere, en serio.

- Lo sé.

- ¿Y tú? ¿La quieres?

Me quedo en silencio por unos segundos y después niego, Reicelys arruga el ceño levemente.

- La amo - respondo - No sé si tenía que pasar algo como esto para terminar de darme cuenta, pero la amo, y no quiero perderla.

Suaviza el entrecejo y sonríe.

- ¿Y se lo dijiste?

Asiento.

- ¡¿En serio?! - grita y se cubre la boca con la mano cuando dicho grito reverbera en toda la estancia - Perdón, perdón... ¿de verdad se lo dijiste?

Vuelvo a asentir.

- Pero cuando estaba dormida, y creo que ni me escuchó.

- ¡Ay, nojodas! ¡No me vengas con eso, Manuel! - exclama y no evito reír. Al parecer ella también me dice Manuel - No te vayas a poner como ella.

Deseo, atracción y algo más | Soy NeelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora