Capítulo 34

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Nelson y yo bailamos dos canciones más y paramos, me voy a la mesa de dulces y agarro una trufa de chocolate para luego volverme a sentar a su lado.

- Después de que esto termine no podré salir de gym quemando el montón de dulces que me he comido.

Me sonríe divertido.

- ¿Vas mañana? - averigua él.

Asiento.

- ¿A que hora? Porque yo voy y Gabo también, así te paso buscando.

- Bebé, hablando de Gabo, ¿tu has hablado con él? Le escribí para ver si él y Víctor querían venir y me dejó en visto. Y Reicelys hizo lo mismo, incluso la llamé y me manda directo al buzón.

- Con Gabo hablé anteayer para cuadrar cuando íbamos al gimnasio y no hemos hablado más. Pero ni idea, mi amor.

- Pero conchale, es súper raro, ¿que ninguno de los dos conteste? Me deja algo preocupada.

Pasa un brazo por mi hombro, estrechandome contra él y me besa la sien.

- No te preocupes, no debe de ser nada.

- ¿Y si pasó algo entre ellos?

- No creo, Gabo está demasiado enamorado de Reicelys, y ella igual. Puede que hayan discutido, y es algo normal entre parejas, pero no creo que pase de eso.

Suspiro.

- Si, tienes razón. Bueno, ojalá y no sea nada malo.

Me besa el dorso de la mano.

- ¿Te paso buscando mañana para ir al gimnasio, entonces?

- Si, a las siete y media está bien.

- Ok. Dame un besito pues - me levanta el mentón y hace puchero.

Cada vez que me lo pide así me cuesta horrible decirle que no, porque me lo pide haciendo ese puchero y de lo único que me dan ganas es de morderle ese labio.

Me inclino lo suficiente a él y lo beso, Nelson aprovecha para tomarme de la nuca y profundizar, su lengua arremete dentro de mi boca y gimo bajo cuando muerde mi labio inferior. Me separo jadeando.

- Lo bueno es que esta vez no pudiste dañarme el maquillaje porque tenía sellador.

Enarca una ceja.

- O sea que, pude besarte como se me diera la gana durante todo este tiempo sin preocuparme por dañarte el maquillaje, ¿y no me habías dicho nada de que tenias el puto sellador?

- Así es - sonrío maliciosa.

- No juegues así conmigo, Victoria.

Me río.

- Lo hice porque si lo sabías ibas a estar pegado a mi boca toda la noche, recuerda que ahí están mis papás y tu mamá.

- ¿Y? Que se enteren que eres mi mujer, y puedo besarte todo lo que se me dé la gana.

Lo beso.

- Me está empezando a gustar que me llames así.

- ¿Cómo?

- Que soy tu mujer.

Sonríe perverso y se inclina a mí para besarme.

- Eres mía, maldición - susurra cerca de mis labios -, solo mía.

- Solo tuya - confirmo y lo beso de vuelta - ¿Quieres quedarte aquí hoy? Extraño dormir contigo.

Sonríe y me besa.

Deseo, atracción y algo más | Soy NeelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora