9º Capítulo

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"Erupcionando"


 Hoy es la gran fiesta donde no me apetece ir pero así uso esta tortura para un futuro cuando quiera algo de Carla. Hay que sacarle cosas buenas a todo lo malo, o eso dicen.

Decidí llamar a Carla, pero justo al marcar su número, llaman a la puerta.

—¡Voy yo!- grité dirigiéndome hacia la puerta.

—Hombre, veo que no te has vestido aún- dice sarcásticamente al ver que vamos a llegar tarde.

Carla siempre es de las personas que parece que se lo toma todo en serio y la realidad es que es muy blanda y dice que sí aunque ella realmente no quiera. En eso nos parecemos, algo que tienen las mejores amigas.

—Si bueno, es que me entretuve estudiando, algo que tú deberías hacer.- digo con venganza sabiendo que ella aún no ha estudiado.

—Bueno, tienes una buena excusa. Venga te ayudo a prepararte.

Gané.

Acabamos de arreglarnos, más yo, y nos vamos a cenar antes de ir. Mi madre hizo pizza así que no tenemos la necesidad de ir a comprar algo.

—Avisarme si ocurre algo- dice mi madre.

—Si, te avisaremos. No te quedes despierta- le aviso.

—Lo intentaré. Disfrutar y pasarlo bien- dice cerrando la puerta.

En la fiesta vemos a la mayoría de la clase y una parte del instituto de otros cursos. No se que se celebra exactamente pero bueno, hay que aguantar tres horas aquí con música a todo volumen y viendo cada minuto dos personas liándose. Super divertido.

—Ven, te enseñaré a mi amiga- dice Carla cogiéndome de la mano.

—¿Qué amiga?- pregunté pensando a la vez en todas las posibles amigas que tiene.

—Esta es Emily. Es una amiga que conocí por mis padres. Sus padres y los míos eran mejores amigos y lo siguen estando.

—No lo sabía, encantada Emily- digo alzando la mano.

—Encantada, estás en casa, así que ponte cómoda. Carla me habla muy bien de ti.

—Oh, gracias.

Nos quedamos hablando un rato más, aunque estoy un poco apartada porque no sé de qué hablan y me siento incómoda. Decidí ir al baño para no sentir tanta presión.

—Voy un momento al baño- le digo a Carla.

—Aquí estaré, si necesitas algo, me llamas.

Dirigiéndome hacia el baño, noto a alguien que me está mirando más de la cuenta. Intento pasar y sigo andando pero cada vez siento que esa persona se va acercando más a mí y finalmente decido ir con un paso rápido hacia el baño. No me quiero imaginar cómo se ve por fuera está situación.

—¿Por qué corres tanto? ¿Te está persiguiendo un monstruo llamado Erick? ¿O qué?

La vergüenza que estoy pasando ahora mismo no es normal.

—No, claro, pensaba que era alguien del instituto qué quería decirme algo y no me apetece hablar con nadie de ese entorno.

—Pues entonces me voy porque yo soy de ese entorno- dice rendido como si acabara de desperdiciar su última oportunidad para hablar conmigo.

—Quédate, si total, iba a ir al baño para quitarme toda esta presión de esta fiesta. Las fiestas no son lo mío.

—¿Y qué haces aquí entonces?

—Mi amiga, que me convenció pero ahora me arrepiento.

—Yo vine para ver la situación, pero me arrepiento también, así que me iré a mi casa.

—¿Puedes quedarte un rato conmigo hasta que mi amiga termine de hablar?

Si, acabo de hacerle esa pregunta cuando hace un mes ni quería hablarle.

—Parece que el pequeño demonio se está convirtiendo en un ángel. ¿Tomaste alcohol?

—Oye, que por una vez que quiero que estés a mi lado, no me hagas cambiar de opinión.

—Vale vale, perdona. Vamos afuera.

No sabía lo que estaba pasando. Ni lo que estaba sintiendo. Pero en ese momento, en esa conversación, necesitaba estar con él. Mi mente lo asociaba a un refugio, y aún no entiendo el por qué.

—¿ Y de qué quieres hablar?- preguntó con cierta duda.

—Pues..sinceramente...de ti- digo arrepintiéndome al segundo de decirlo.

—¿Qué tengo de especial para que hablemos de mí?

—Tú carácter.

Al momento se levanta con brusquedad cogiendo su chaqueta que dejó a su lado.

—Erick, para, solo quiero conocerte.

—No me vas a conocer nunca, no quiero que nadie sepa de mí. Así que deja de ir de qué te preocupas por mí, cuando no te importo.

—Pero....yo solo quería saber por qué actúas de esa manera con las personas. ¿Qué te hicieron para tener ese carácter?

—Lara, no soy el chico ideal. Solo soy una persona que no tiene empatía. Así que deja de preguntarte cosas que no tienen solución. No soy buena persona, no hay más.

Me quedé congelada. No se merecía que se dijera esas palabras. Seguro que es muy buena persona, pero no lo quiere mostrar.

Pero decidí actuar frío. No quería calentarme la cabeza.

—Pues vale, yo ya me olvido de escucharte. Si tú no quieres, no iré detrás tuya. Intento entenderte, pero eres muy difícil de comprender.

—A lo mejor el problema no soy yo, es mi alrededor.

—¿Qué quieres decir?

—Que nadie en este pueblo, me entiende, porque es muy fácil crear una imagen de mí, en vez de pensar y ver que no es esa la realidad. En fin, adiós.

Me quedé atrapada en el sitio viendo como se iba entre las personas. Entré dentro en busca de Carla. Necesitaba irme ya a mi casa y dormir durante días.

No se que pasó, ni si fue una indirecta hacía mí. Lo que sé es que todo lo que dice es con dolor. Como si la costra de una herida se la quitarán día a día y nunca sanaría. Porque está harto. Harto de tener una mochila de 5 kilos en la espalda ya que cada día, cualquier mirada, palabra o acto malo hacia él, se convierte en una piedra más.

Y yo soy un porcentaje de esa mochila. 

Almas VacíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora