"8 de febrero"
A la mañana siguiente, saludo a mis padres y les cuento todo lo que hicimos ayer. Me felicitan y me dicen que les encanta verme feliz. Aún no les contaré que estoy empezando a salir con él.
Dentro de poco es el cumpleaños de Erick, así que prepararé algo muy especial. Le pediré ayuda a Angie.
Recojo mi cuarto y voy hacia el sótano, donde tenemos un pequeño gimnasio con distintas barras, pesas y una cinta de correr. Siempre me gusta hacer ejercicio aquí en vez de ir a un gimnasio con tanta gente. Fue idea de mi padre de comprar las máquinas y aunque no veíamos futuro a usarlas, al final decidieron comprarlas y las vamos usando de vez en cuando.
El día de hoy se resumía en ayudar a limpiar, a ordenar la casa y estar por la tarde viendo películas. Fuera hacía lluvia así que encendimos la chimenea, que solo usamos 5 veces al año, y nos servimos unos chocolates calientes. Erick me dijo que él estaba haciendo el mismo plan con su madre y sugirió hacer llamada por la noche al no vernos en ese día. Los domingos siempre eran así, y más cuando al día siguiente había clases. Para mí, son los días más perezosos, la gente apenas sale, a no ser que vayan a dar un paseo, los niños prefieren jugar en sus casas y casi todos, o la mayoría, llevamos el pijama sin necesidad de cambiarse. Y yo creo que por eso nos cuesta el doble empezar el lunes con la rutina.
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Esta semana he ido al psicólogo, fisioterapia y haciendo cosas que me mandaba mi madre. Ya soy capaz de moverme más pero la mayoría de veces me cuesta respirar. Fue una secuela que se me quedó de estar en coma.
Mañana es el cumpleaños de Erick y sinceramente, no se que hacer. Él me dice que no hace falta nada y yo, como cabezona que soy, digo que hace falta algo. Hoy viernes vamos a preparar las cosas, yo voy a empaquetar los regalos que mis padres le han comprado, y aparte los míos. Tengo muchas ganas de que los abra ya, seguro que se emociona. Hablo con Angie por teléfono comentando más o menos lo que quiero hacer. Ella me dice que ya se le ocurrirá una excusa para que Erick se vaya de casa y así pongamos todo antes de que venga. También me dijo que sus amigos al final vienen y eso me emocionó más.
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8 de febrero
Ha llegado el día.
Me parece aún irreal que estemos juntos después de todos los meses en clase donde apenas nos mirábamos y era siempre una relación de compañeros, sin llegar a mantener una conversación excepto cuando casi le expulsan y alguna que otra vez por algún trabajo. Hasta que mi accidente nos unió, algo que se creó con una rotura donde fue cosido lentamente por los dos. Sufrimos, pensamos en que pasará después de todo lo que nos pasó, dejando grietas difíciles de arreglar. Hubo una distancia, unos metros que nos separaban de nosotros, haciéndonos ser el agua y el fuego en mitad de una llama.
Sin embargo, yo preferí arriesgarme, volver a encender la llama aunque me quemase con la chispa. Fui hacia él. Fue frío el primer encuentro después de varios días en soledad, pero en seguida, los kilómetros pasaron a centímetros, sintiendo su pecho, un corazón latiendo con más fuerza, sin miedo a arriesgarse y a crecer como personas y siempre juntos, cogidos de la mano. Él se enamoró de mí primero, pero luego yo caí clavándome la flecha de cupido.
Porque creamos dos almas, dos que se formaron en una, donde nos sentíamos llenos, con ganas de seguir avanzando, de mejorar y a la vez de experimentar, de sentir pequeñas mariposas revoloteando, de rosas en un manto verde, de un sol iniciando el día....
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Ya le prepare la sorpresa. Al final pudimos engañar a Erick para que no fuera a su casa y así pudiéramos preparar todo.
—Angie, ¿me ayudas a poner estas letras de feliz cumpleaños aquí arriba?- pregunte sujetando las letras unidas por un hilo con cuidado.
—Si, voy- dice.
Terminamos de preparar todo, pusimos los aperitivos en una mesa al fondo del salón, teniendo a ambos lados globos del número 18 y aparte los normales de siempre.
—¡¡Erick ya viene, prepararos!!- grita mi hermana que va corriendo a apagar las luces y meterse detrás del sofá.
Se oye el sonido de la llave. Le dijimos a Erick que Angie y yo íbamos a ir de compras, así que seguramente no estaríamos en casa. Él fue a dar una vuelta y luego a comprar comida que Angie dijo que comprase porque le hacían falta.
—¡¡¡¡¡SORPRESAAA!!!!- gritamos todos mientras la cara de Erick se formaba en impacto.
—¿Pero? ¿Cómo habéis hecho todo esto?
—Fue idea de Lara- suelta Angie acercándose a él.
—¿En serio?- pregunta mientras yo me acerco a él también.
—Sí, te lo mereces por todo lo que has sufrido- digo dándole un abrazo.
Saludó a todas las personas, familiares y amigos que tuvo antes de todo el accidente de su padre y que siempre estuvieron ahí cuando él peor estaba. Luego me cogió de la mano y me llevó a la parte de atrás, en el mini campo que tenían.
—¿Hiciste todo esto por mí?- me preguntó mirando a los ojos, estando a punto de llorar.
—Fue algo que vi que te merecías y haces demasiadas cosas buenas por lo poco que recibes, así que organice esto por lo que me hiciste aquel día en la playa, y simplemente por todo el cariño que me das.
Me dio un abrazo, notando que él estaba llorando y queriendo aferrarse más a mí, como si me fuera a ir en cualquier momento. Sintiendo sus brazos con fuerza, su cabeza en mi hombro y el olor a vainilla que desprendía. Esto me hizo darme cuenta que estos abrazos son el refugio del daño. Donde no tienes miedo a expresar lo que sientes, donde dos corazones se unen por una causa, para ser sanados o simplemente para crear más conexión.
Le cogí su cara débil, le miré a los ojos, y le di un beso. Ese beso, siendo una necesidad que habíamos creado en mitad de un desierto, formando cada gota en algo impensable de beber, y creando las ganas de llegar al mar, y bañarnos en millones de besos.
Y que afortunada poder decir que me había bañado en él.
Porque ese 8 de febrero, decidimos ser oficialmente algo llamados novios.
La playa fue el primer paso, pero este fue el último, y no me arrepentía de ello.
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Almas Vacías
Storie d'amoreLara, una chica que no tiene ningún objetivo planeado. Erick, un chico problemático para el pueblo, pero para los ojos de la persona correcta es totalmente lo contrario. En el pueblo de las afueras de Londres todo ocurre con normalidad hasta que u...