39º Capítulo

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"El último adiós"


Llego el día. 

Todos estamos vestidos de negros, con caras de tristeza y un ataúd al fondo de la Iglesia. 

Los padres de Lara se han quedado sentados mirando hacia un punto fijo, sin saludar a ningún invitado. No son capaces de levantarse y mostrar una pequeña sonrisa. Y es totalmente normal. 

La misa ha empezado. El sacerdote ha dado un discurso, y mostrando el pésame a la familia. Yo estoy a punto de echar a correr, tumbarme en la cama y desear que esto es una pesadilla. Pero no es así. 

Lara está ahí. En un sueño eterno. Y todos llorando pensando por qué tuvo que pasar esto. 

Los padres han salido a hablar de su pequeña, pero no han sido capaces de acabar. Ahora me toca a mí. Debería ser su hermana la que iría después de sus padres, pero no quiere hacerlo. Solo quiere que acabe ya esto. Igual que todos. 

Me levantó, me dirijo a donde están los micrófonos y la miro a ella, a ese ataúd de color blanco con miles de rosas a su alrededor. 

"Bueno, tengo mi discurso aquí, que ya está mas arrugado que liso. Hablaría de este discurso, de lo que tengo aquí preparado. Pero apenas es real. 

Lara, uf, Lara era esa chica que en clase tenía una sonrisa que al entrar a clase, la veías y ya tu día empezaba mejor. A veces se enfadaba, pero al instante buscaba una solución y todo se volvía en calma. Lara para mí ha sido mi novia, mi mejor amiga, mi compañera. Fue la primera en acercarse a mí, en interesarse, y eso hizo que yo acabará enamorado de ella. 

Era tan buena conmigo que a veces pensaba que era una especie de broma. Me parecía imposible que aquel ángel quisiera escucharme, pero lo hizo. 

Lara ha sufrido. No todo era alegrías. Escondía mucho, y se callaba cualquier cosa antes que llamar la atención. Yo le regañaba a veces, porque era siempre yo el que decía los problemas y ella era la que apoyaba. Y nunca al revés. Se fue soltando, me fue contando, y justo cuando ya veía a esa chica de verdad, ella se marchó. 

Y no es justo. No es justo que gente como ella se hayan ido. Pero lo que pensé el otro día, la vida no mira si eres bueno o malo. La vida le da igual todo de ti. Ella elige quién se va hoy y quién se va mañana. Así que solo queda disfrutar de lo que nos queda, tenerla presente en cada momento, y aprender que hoy puede ser Lara, pero mañana tú. 

Lara, allá donde estés, te quiero con el alma. Quería que fueras mi esposa, crear una familia, y que fueras parte de mi vida. Aún te quedaba mucho por vivir, pero te prometo que esos sueños que me contabas en secreto, los cumpliré, por los dos, por ti. Siempre serás especial. 

Gracias por salvarme la vida. Te ama tu Erick Miller."

Me siento, empiezo a llorar y me voy. Estoy en el baño un largo rato, sintiéndome aturdido de todo, hasta que siento que alguien llama la puerta. 

— Hola, ven —la hermana de Lara, Abby, viene hacía mí y me abraza. Nos quedamos un buen rato abrazados, y ya tengo el honor de mirarla. 

— Lo siento, no debería de haberme ido —le digo mientras me seco las lágrimas. 

— No pidas perdón por sentirte débil. Todos estamos rotos. Cada uno lo manifiesta a su forma, y no pasa nada que te alejes, te entiendo. Yo no he sido capaz ni de hablar de ella. Aún me cuesta asimilar todo, y ver ese ataúd maldito, hace que mi realidad se vea más clara, y eso duele —dice intentado no romper a llorar. 

Volvemos a abrazarnos,  y es ahí cuando Abby rompe definitivamente. Echa todo, y siento que una parte de ella se está yendo. Desde ahí me doy cuenta que aún es pequeña. Apenas tiene 16 años y aunque en nada tenga 18, ella no se merece vivir esto sola. Así que me quedo con ella un largo rato, hasta que le hago sonreír un poco con mis típicas bromas. La misma sonrisa que su hermana. 

Nos despedimos, me despido de ella por última vez, y ahí es cuando todo empieza de nuevo. 


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