26º Capítulo

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"Parar, para poder avanzar"


Hoy son de esos días donde me da un bajón y me siento muy mal conmigo misma. A veces necesitamos que nos den estos bajones para darnos cuenta de ciertas cosas. Me sentía mal, quería llorar y no tenía ganas de nada.

Desde que tuve 16 años, me di cuenta de la importancia de la salud mental. Que no hay que tener miedo a pedir ayuda de profesionales, de fijarme que el que más te salvará en estas situaciones eres tú mismo y que un apoyo de una persona externa, siempre viene bien.

Yo por suerte tengo a mis amigas, donde me ayudan, me hacen entender que no pasa nada por sentirse mal y sobre todo me dicen que tarde o temprano, todo mejorará.

Cojo el móvil para hablar con Erick.

—Hoy no es mi día cariño- le escribo.

Al segundo me llama, y aunque no me apetecía hablar, se lo cojo.

—¿Qué te paso cariño?

—Que no me apetece nada, quiero llorar.

—Venga, desahógate conmigo, no estás sola en esto.

Era lo único que quería escuchar de alguien, el que me diga que quiere escucharme aunque ocupe parte de su tiempo. Valoraba ese momento más que nunca.

—¿Sabes que pasa Erick?

—Dime.

—Hay momentos en que tus heridas escuecen como en el primer día que fueron creadas. Heridas que guardan momentos donde tú felicidad se va haciendo pedazos. Duelen, queman. Solo están ahí para recordarte que hace un tiempo atrás sufriste algo que te hizo frenar en seco para volver a empezar.

—Muy real, al final las heridas también forman parte de ti. Porque a raíz de ellas te conviertes en alguien mucho mejor y diferente.

—Exactamente, aunque es verdad, que las heridas siempre van a estar ahí pero no siempre van a doler. Van a ser cicatrices de la batalla que un día atrás ganaste.

—Y esa cicatriz es el comienzo de sanar- comenta.

—Eso es- digo- Decides cerrar algo que un día te abrieron o abriste tú misma, y que lo estés cerrando, significa seguir adelante con esa pequeña marca que muestra una lucha en silencio.

—También, otra cosa es el hecho de pensar. Pensar y pensar y más pensar. Tu mente se vuelve un caos de tus propios sentimientos. Solo tú y esa cárcel que creas. Y no hay salida, solo algo que te distraiga para que no vuelvas a caer en el hoyo, porque si te caes, te pierdes, y tienes que averiguar la clave para salir- sigo diciendo.

—Eso es Lara, de alguna forma es un pozo sin fondo del que tienes que salir antes de que te quedes sin aire.

—Gracias por escucharme- digo sonriendo, y si, consiguió sacarme una sonrisa.

—Para eso estamos, no todo será felicidad cariño, y yo te prometí que estaría en los momentos más felices pero a la vez más tristes. Te recomiendo que escribas todo lo que me has comentado, creo que te ayudará mucho y quién sabe que en un futuro te sirva para algo.

—Pues si, lo escribiré, hará que me desahogue y exprese todo lo que siento. Luego hablamos, te quiero mucho.

—Yo mucho más, si necesitas algo me lo dices, como si voy allí a darte mimos eh.

—Jajaja sii, ahora hablamos.

Que suerte tengo, piensa mi cabeza al colgar.

El tener esta conversación con él me hace entender que alguien sabe de lo que estoy hablando.

 Que me escucha y deja que me exprese en todos los sentidos.

Escribí más o menos lo que estuvimos hablando y muchas más cosas de lo que me pasó en un pasado, las burlas, la gente riéndose de mí pero a la vez escribiendo como lo superé. Cómo pude salir de ahí, con ayuda de un psicólogo y con el apoyo de mi familia, y lo que era en aquel entonces mis amigas.

Por eso, la persona que está leyendo esto, tú vas a poder con todo, vas a salir de cualquier situación aunque cueste, y te prometo que todo irá bien. Siéntete orgullosx de lo que has conseguido, de esas pequeñas metas que consigues día a día por muy patéticas que parezcan. Porque el hecho de levantarse de la cama e ir a hacer cosas, ya es un logro y con solo hacer algo tan mínimo, debes de sentirte satisfecho. Porque eres una guerrerx y de verdad, no te conozco, pero te admiro de lo fuerte que estás siendo. Sigue así, verás que entre tanta oscuridad, siempre hay un rayito de luz.

.......

Me fui a duchar porque es lo que más me relaja, me puse cómoda y empecé a leer. Hoy no había clases porque teníamos fiesta de algo del pueblo, así que decidí dedicarme tiempo empezando por leer un rato. Calmaba mi ansiedad y era lo que más necesitaba. Desde pequeña me ha encantado leer. Siempre iba con mi madre a la biblioteca a coger libros y la mayoría de veces me los acababa en el mismo día de cogerlos. Lo malo es que con tanto estudio, no me daba tiempo, y lo alejé un poco de mi día a día. Menos mal que lo volví a retomar, y ahora forma parte de mí.

Después de leer, me pongo a escuchar música mientras veo todos los mensajes que me han dejado cuando estaba leyendo. Contesto a Erick diciéndole que estoy un poquito mejor y él me dice que seguro que mañana será mejor. Espero que sea así.

Viendo lo que me quedaba de mensajes, me fijo que Carla me está enviando muchos mensajes, como si necesitará algo.

—¿Qué quieres? - pregunto para que ya pare.

—Lo que me acabo de enterar, estoy flipando.

—¿¡Qué pasó?!

—Te acuerdas de la chica que estuvo con nosotras, que se llamaba Stella, en el campamento, que era super maja. ¿Te acuerdas?

—Ahora mismo no caigo, no sé quién dices

—Que si, que era de pelo negro, ojos negros. Dime que te acuerdas de ella, por favor.

—Ahhh, siii, ya se quien dices. ¿Qué pasa con ella?

—Está conmigo en la academia de baile, se ha apuntado ahora. Me ha dicho que si me acuerdo de ella, me ha costado al principio saber quién era porque ha cambiado mucho, pero luego al decirme cómo se llamaba y de dónde me conocía, que era el campamento, ya me di cuenta que era ella.

—Que casualidad, justo en la misma academia. Que fuerte que os hayáis vuelto a ver- comenté.

—Me dijo de quedar un día, te puedes venir y nos volvemos a ver las tres.

—Vale, me parece perfecto.

Después de comentarme acerca de lo que han hecho estos días juntas, le comento mi situación y decide también llamarme.

—Cuéntame, ¿qué pasa?

—Nah, un día malo, no todo podía ser felicidad.

—¿Segura?

—Sí. Estuve hablando con Erick de cómo me sentía y me estuvo ayudando.

—Es un buen chico la verdad.

—Lo es.

Estuvimos un rato hablando más y me acosté ya. 

Almas VacíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora