QUINCE

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Nuevamente, la última semana estaba volando frente a él. Trataba de no pensar mucho en lo que sucedería después, pero era algo que no podía evitar.

Su lazo con Tinn era más fuerte que nunca, habían logrado acostumbrarse a la nueva dinámica en su relación. Pasar de amigos a novios podría ser un gran cambio para algunos pero para ellos, había sido lo más normal del mundo.

Quizás por el hecho que de alguna manera, su comportar siempre había sido el de una pareja. Sólo debían dejarse llevar más y ser honestos uno con el otro.

Con Kraisee, podía jurar que conocía al bebé de toda su vida, sentía la inmensa necesidad de protegerlo de todo aquello que el cantante considerara peligroso, ganándose a veces discusiones con Tinn.

El bebé era precioso por dentro y por fuera, era inteligente y muy vivaz. Amaba despertar y a veces encontrarse con los grandes ojos de Kraisee observándolo desde el sillón, a unos centímetros de él.

Era un deleite escuchar a su novio tener conversaciones largas sobre el aparato respiratorio con el bebé y más asombroso aún era ver que Kraisee le prestaba toda su atención mientras le sonreía dulcemente.

A veces, pensaba que el bebé podía comprender cada palabra.

En serio había llegado a disfrutar los días que habían pasado y su estómago se revolvía siempre que su mente recordaba que faltaban 2 días para que se cumplieran las dos semanas.

Dos días sólo para cumplir las dos semanas, 9 días para ingresar a la universidad. A la mitad de los 9 días tendría que mudarse junto a Tinn al nuevo apartamento y eso le emocionaba, de verdad, pero había algo que no cuadraba en su razonamiento.

Bueno, no algo, era más una idea que por ratos lograba pasar infraganti por su cabeza. Sin embargo, siempre la descartaba por muchas razones y la primera, era que no tendría mucho tiempo libre.

La universidad lo mantendría ocupado y el trabajo de medio tiempo aún más. Al fin y al cabo había sido culpa de ambos por decidir vivir alejados del campus. Podrían haber reservado las habitaciones que la universidad proporcionaba pero, estarían separados.

Así que lo más sensato en su momento, fue obviar los dormitorios y conseguir un apartamento porque ambos se creían capaces de trabajar para pagar la renta.

Que idiotas.

Seguía guardando los platos del desayuno en la alacena mientras a lo lejos escuchaba la contagiosa risa de aquel hombre que seguramente seguía contándole chistes a Kraisee o se había puesto a hablar del sistema inmunológico.

Sonrió por un momento, dejando de lado sus preocupaciones y se permitió disfrutar del aire que se colaba por la puerta corrediza y por el lejano sonido de las hojas moverse con el mismo.

Todo estaría bien, ellos estarían bien y Kraisee estaría bien. Debía acomodar las ideas que le presentaría a su mamá y que ayudarían a tomar una decisión.

Comenzó a tararear mientras guardaba los vasos y cubiertos. Interrumpió su canto cuando la reja se abrió, alertando así al cantante.

Apretando el tenedor que tenía en las manos emprendió camino hacia la puerta corrediza, sin despegar sus ojos del mismo lugar de donde venía el sonido de pasos.

Por el rabillo del ojo, pudo notar que Tinn también había escuchado el movimiento y se encontraba en la gradas con los ojos bien abiertos y sus brazos abrazaban fuertemente al bebé.

Tinn le hizo una señal con los ojos e hizo un intento por terminar de bajar los escalones, ganándose una seña negativa con las manos de parte de su novio.

Gun negó con su cabeza, indicándole a Tinn que no se moviera y él se encargaría de investigar. Se acercó rápidamente a la puerta y cuando estuvo a punto de bajar el pequeño escalón, una sombra se abalanzó sobre él.

-¡Carajo!

-¡Hey, esa boquita! - escuchó a la sombra hablar y al verle quitarse la frazada de la cabeza, suspiró frustradamente.

-¡Mamá! ¿Qué haces aquí? Nos asustaste.

-Yo vivo aquí jovencito.

-Si, pero se supone que vendrías en dos días. ¡Diablos! Pensamos que eras un ladrón.

Sintió a Tinn acercarse y posicionarse a su lado. Con una sonrisa, alzó su mano para saludar a su suegra -Hola.

-Hola Tinn- respondió la señora devolviéndole la sonrisa, misma que desapareció al volver la vista a su hijo. -¿Por qué no puedes recibirme así?

-Porque a Tinn no le causaste un microinfarto.

-¿Micro qué? Olvídalo, ayúdame a meter mis maletas.

El cantante resopló impotente y tomó las dos bolsas que su mamá cargaba, junto con la maleta que se había llevado a la casa de su hermana.

Cuando acomodó todo en una de las mesas, se volteó para poder observar a su madre sentada en una silla mientras bebía de una botella con agua.

-¿Por qué regresaste tan pronto? Te esperábamos en dos días.

La señora Gim asintió -Tu tío regresó antes de su viaje e insistió en que regresara a casa. Me dio bastantes cosas por haber cuidado bien de mi hermana - comentó señalando las dos bolsas de mercado.

Gun asintió.

-Además, quería comentarte algo sobre nuestro acuerdo. Todavía tienes dos días para pensar tus ideas pero, yo ya tengo la mía y estoy muy emocionada.

El corazón del cantante se detuvo. Hace unos 30 minutos todavía tenía 48 horas para disfrutar de los momentos que pronto desaparecerían.

Sin embargo, todo se vino abajo y debía escuchar la idea que su mamá había dicho. Agradecía que Tinn hubiese salido a caminar con Kraisee.

-¿Si?- preguntó en un susurro.

Ella asintió -Tu tía me comentó de una amiga que acaba de casarse y ella junto con su esposo buscan adoptar a una niña. Podemos comentarles sobre Kraisee.

-Kraisee no es una niña.

-Lo sé, pero una vez que lo vean, sé que se enamorarán de él. Podrá tener a su familia y estoy segura que ellos lo harán muy feliz.

-¿Los conoces?

-¿Mm?

-¿Conoces a los amigos de mi tía?

-No, pero ella sí y dice que son grandes personas. Incluso podemos agendar una cita para conocerlos y que ellos nos conozcan.

El más bajo no pudo ocultar el disgusto en su rostro y sabía que su mamá también había captado el cambio drástico en sus facciones.

-¿Gun?

-Es una... Buena idea mamá. Aún tenemos dos días, sigamos pensando y después decidimos.

Se dio la media vuelta y caminó de regreso a la cocina. La señora lo siguió de cerca sin cambiar las expresiones en su rostro.

-Gun, tú entiendes que no nos lo podemos quedar ¿verdad?

Su hijo no dijo nada, se limitó a ver hacia el frente, apoyándose sobre la encimera que había presenciado muchos de sus quebrantos los últimos días.

-Mi amor, Kraisee no es una mascota. Es un bebé y no se puede quedar solo, no puede alimentarse solo y tú estás a punto de entrar a la universidad ¿Qué voy a hacer con un bebé en el negocio?

-No te estoy pidiendo que lo cuides tú.

Tentó las aguas, le daría una oportunidad a la idea que había cruzado sus pensamientos desde su cita con Tinn. No perdía nada con expresar sus sentimientos.

-Gun

-¿Y si quiero que se quede conmigo?

Dos Chicos y un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora