CUARENTA Y UNO

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El mensaje decía:

"Sé que me dijiste que ya no lo hiciera, pero no lo pude evitar"

Abajo se encontraban tres imágenes con una flecha en el medio, indicándole que debían ser descargadas. Lo pensó por diez minutos y al final su curiosidad le ganó por completo.

Presionó las flechas y cuando finalmente las imágenes fueron claras, escuchó como su corazón se quebraba en miles de pedazos como si fuese cristal.

Las fotos mostraban a Tinn sentado en la barra de algún bar que no conocía y una joven le susurraba algo en el oído. En la segunda, podía ver a la misma joven sentada en las piernas del estudiante con un trago en la mano y por último, la otra mostraba a la chica besando el cuello de Tinn.

¿La fiesta había sido en un bar?

Después de inspeccionar las fotografías de una manera minuciosa, se dio cuenta que la chica era Quinn pero lucía totalmente diferente por el maquillaje y el vestido corto que estaba usando.

No se dio cuenta cuando las lágrimas resbalaron por sus mejillas y tampoco cuando su respiración comenzó a agitarse.

No, otra vez no, pensó.

Recordó todas las veces que Tinn le aseguró que era una amiga y de cada una de las veces que él le creyó.

Aventó su teléfono a la cama y se dejó caer al piso para llorar sin temer que las piernas le llegasen a fallar. Estaba llorando con amargura.

¿Cómo le pudo hacer eso?

¿Cómo deja que una mujer bese su cuello? Eso no es normal.

Amigos su trasero. Ella era una perra y Tinn un idiota. Un idiota al que amaba como nunca antes había amado a nadie y por eso le dolía.

Trató de cubrir su boca con la mano y así evitar que los sollozos escapasen, no quería despertar a Kraisee. Cuando se dio cuenta que era imposible, se levantó y se dirigió a la sala de estar.

Al tomar asiento, sus lágrimas se detuvieron poco a poco y su pecho ardió con un fuego tan escandaloso que tuvo miedo por un momento. Oh sí, estaba molesto.

Más que molesto, estaba colérico por toda la situación, se sentía un estúpido, un imbécil y un patético por llorar. No derramaría una lágrima más por él. Ya no más.

Estaba harto de ser siempre el más débil de los dos, el más sentimental. Eso se acabó.

No sabe cuánto tiempo estuvo sentado en el sillón, puesto que su mente no estaba al cien por ciento concentrada, pero no pudo evitar voltear al escuchar el pomo de la puerta girar.

Se puso de pie de golpe y al ver a Tinn entrar pudo notar que su rostro estaba serio, pero le sonrió al nomás darse cuenta de que él estaba en la sala esperándolo.

Podía oler alcohol, más no se miraba ebrio.

Se acercó a él y cuando estuvo a 30 centímetros de su persona, tomó la mandíbula del más alto y la giró hacia la derecha, dejando al descubierto su cuello.

Y allí estaba...

El pintalabios color rojo formando un beso seguía en el lugar que había visto en la foto. Ni siquiera se molestó en lavarlo.

-¿Qué es esto?

Confundido, Tinn llevo su mano hacia el lugar donde Gun miraba con furia.

-¿Qué es qué?

-No juegues conmigo Tinnaphob.

Sus ojos se abrieron al escucharle pronunciar su nombre completo con tanto disgusto.

Dos Chicos y un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora