VEINTINUEVE

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Tinn estaba allí, de pie con sus brazos hacia el frente como si fuese un mesero esperando alguna orden de sus comensales. No le ayudaba a su corazón el hecho de que detrás de él, había una cena romántica iluminada por la luz de dos velas blancas.

Se acercó a él a pasos pequeños y con sus labios formando una línea para evitar derramar alguna lágrima.

¿Por qué estaba tan sensible últimamente? ¿La paternidad le estaba afectando demasiado? Era extraño.

Tinn tomó al bebé de sus brazos y lo acomodó en los propios con una ternura tan grande que hizo temblar sus extremidades. Le sonrió y se acercó a su oído -Iré a acostar a este angelito. Puedes tomar asiento y esperar por mí.

Se alejó con dirección a su dormitorio y sólo entonces, Gun logró sacar el aire que estaba sosteniendo cuidadosamente. Todo su rostro se sentía caliente y las burbujas se alborotaron dentro de su cuerpo ante tan caballeroso hombre.

Tomó asiento y espero tranquilamente hasta que lo observó regresar y sentarse frente a él.

No recuerda mucho de lo que pasó durante la cena o de los temas que hablaron, solamente que al finalizarla se encontraron bailando en el centro de la sala. Se mecían al ritmo de la dulce melodía lenta que salía desde las bocinas del teléfono celular.

Tenía tantas preguntas ¿Cuál era el motivo de la cena? ¿Por qué Tinn ya estaba en casa cuando regresó? ¿En qué momento aprendió a cocinar?

-Estuviste asombroso- le escuchó murmurar sobre su cabeza.

-Te dediqué mi canción, a ti y a nuestro bebé.

-Mm, lo pude sentir. No puedo explicar el sentimiento que me invade cada vez que te escucho cantar. Es como si estuviese viendo a un ángel recitar un poema que no puede ser escuchado por el oído  mortal.

-Vaya... ¿Ensayaste eso? - sintió el pecho del contrario vibrar por la risa.

-No, pero supongo que trabajar en una biblioteca tiene sus ventajas. He terminado tantos libros románticos que te sorprendería.

Siguieron desplazándose lentamente por todo el espacio sin preocuparse por la hora.

Algo rondaba en la mente del más bajo y le estaba molestando de gran manera. Quería decirlo pero temía arruinar el momento tan dulce que Tinn había creado para ambos.

-¿Qué sucede?

-¿Mm?

-Puedo ver que algo te está molestando.

-No es nada en realidad.

-Gun.

Suspiró sintiéndose acorralado.

-Es sólo que... Hay algo que quiero pedirte.

Ambos se detuvieron y el pelinegro buscó la mirada insegura de su otra mitad. Parecía asustado de lo que pudiese pensar de él y era la primera vez que veía ese sentimiento tan profundo en sus ojos.

-¿Hice algo... Malo?

-No, para nada.

-Entonces ¿Por qué me ves así?

El cantante lamió sus labios y observó al hombre frente a él, tan guapo, tan adorable, tan romántico y desinteresado. Un hombre que podía estar con quién él quisiera y por ello, tenía miedo de que se aburriese de su persona y decidiera buscar su libertad en otros brazos.

-Si algún día...te enamoras de alguien más, necesito que me lo digas.

El más alto abrió su boca para contestar pero él lo detuvo levantando su mano.

Dos Chicos y un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora