Capítulo 37

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Ezequiel...

Estuve conduciendo no sé cuántas horas, el remordimiento me estaba presionando el pecho y maldije unas mil veces por haber dicho lo que dije, también lo que hice.

¡Joder!

Si tan solo me hubiese quedado quieto, sin tan solo hubiese dejado que Eduard sacara lo que llevaba dentro. Quizás no estaría aquí arrepentido pensando mil maneras para pedir disculpas en especial a mi Juliet.

La empujé dios mío y ella solo estaba tratando de calmarme, de hacer las paces en medio de esa pelea que al final fue absurda e innecesaria.

Ingresé al parque en dónde Jul y yo estuvimos dos veces y me acerqué hasta el cardenal. Espanté a un par de niños que no hacian nada, solo jugar como tontos y estos protestaron pero cuando les ofrecí dinero se fueron muy felices los hijos de putas.

Me subí al pájaro y allí me estuve meditando sin darme cuenta estaba llorando.

Volví  a la media hora. Entré al apartamento y no había nadie. Los cuartos estaban vacíos. Me senté en la cama del lado de Jul y el rebote hizo caer su cuaderno.

Lo tomé y contemplé la imagen de su piloto favorito. Tuve la intención de leerlo pero no quiero cagarla más con ella. Lo acomodé y lo metí otra vez debajo de la almohada, luego tomé el Game boy que le regalé para su cumpleaños y lo contemplé unos segundo antes de dar vueltas en mi propia habitación.

Me asomé por la ventana, estuve allí unos cinco minutos y decidí ir a la azotea a beber o fumar. Cualquier mierda que me quitara está pesadez pero luego pensé en el relajante.

Lo único que tenia era manzanilla y supuse que debe ser lo mismo. Cuando estuvo me dirigí a la azotea mientras mi mente se preguntaba dónde está jul.

Me detuve en seco y me quedé, dudando si avanzar hasta mi chica o darme la vuelta e irme. Porque estoy seguro que no quiere ni verme.

Una voz me decía que lo hiciera, que hablara con ella y arreglara todo el desastre que provoqué.

Antes de tomar una decisión bajé otra vez. Dejé el té sobre la barra de la cocina y agarré mi guitarra.

Soy malo pidiendo disculpas, la verdad no sé cómo hacerlo. Desde que Jul llegó experimenté por primera vez ese sentimiento de culpa que sabía que no iba a solucionar como si nada pasara. Así lo hacía con mis amigos y todo seguía normal.

Pero con Jul es distinto muy distinto, y lo supe cuando actué mal la primera vez, cuando la abandoné por irme con celeste. Allí entendí el verdadero significado de pedir perdón.

Caminé despacio sin hacer ruido para que ella no se diera cuenta. Su vista estaba perdida hacia uno de los edificios más feos que estaban alrededor. Su cabello rizado estaba atado en un mini coleta que hacia que se le viera menos  y tenía puesto la chaqueta de color naranja que le había prestado su tía la cual ella odia pero a mí me encanta como se le ve.

Entonces comencé a tocar los acordes y presencié cómo ella se sobresaltó del susto y giró su cuello en pausa hacia mi. Sus ojos grandes y atrapantes me  miraron de una forma que hizo mi corazón temblar. Empecé a cantar una canción totalmente improvisada en dónde claramente le pedía disculpas.

Todo fue saliendo tan natural que noté como poco a poco su cara dura comenzó a suavizarse hasta que de pie junto a mi me interrumpió con un beso.  Un beso que me hizo sonreír de felicidad y de paz, muchísima paz.

—Sigue cantando —me pidió separándose de mi boca —. Nunca nadie me había dedicado una canción.

Sonreí de punta y punta atrayéndola hacia mi de nuevo.  La besé con profundidad y la envolví entre mis brazos.

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