Capitulo 26

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Recuerden comentar, eso me anima❤️
Perdonen los errores, los corregiré pronto.

Jane...

La pregunta quedó en el aire y fue cómo su me hubiesen bajado de la nube que estaba suspendida, como si me hubiesen un balde de agua fría. Me aparté de su regazo casi que en cámara lenta, su pregunta retumbaba en mis oídos.  Era como si toda la tranquilidad se hubiese esfumado del mundo.

Juro que lo olvidé por completo. Todo quedó en silencio y él solo me miraba precavido, mis labios se despegaron para responder y fui interrumpida por el sonido del timbre.

Exhale aire y me llevé las manos a la boca con exasperación, mi mente está en blanco, no sé que pensar.

Zequi abrió la puerta y todo el grupo ingresó como si fuera un estampida. Los chicos lo rodearon y lo perdí de vista. Stef se sentó cerca de mis pies y nos dimos un abrazo, me mostró los libros que había comprado antes de venirse. Eduar había pasado directo a la cocina por un vaso de agua y me dio una mirada , como si estuviera apenado.

Fruncí las cejas y luego miré a stef quien parecía preocupada.

—La madre de Zequi nos estuvo interrogando —reveló en voz baja. La detallé no solo había mortificación, también impotencia —. Acerca de ti.

—¿Qué?

—Vamos hablar a tu cuarto —bajo más su voz, le di una última mirada a Zequi antes de irme con ella al dormitorio.

Cerré la puerta detrás de mi con el codo, me hice en el cabello una cola antes de subirme a la cama y sentarme frente a ella, había Intriga dentro de mi, sin embargo estoy preparada para lo que sea.

—¿Qué fue lo que preguntó?

—Como te habíamos conocido — empezó, no me extrañó —. ¿Y en dónde?

—Pero esas preguntas ya las había hecho.

—Ella no sé comió el cuento. Dijo que estaba segura que tú saliste fue de un burdel.

Alce las cejas sorprendida y solté una risita carente de gracia.

—Que te habias quedado sin dinero y estabas buscando a un pobre diablo quien te ayudara.

—¿Y Adrián y Miguel no le dijeron nada?

Asintió al instante.

—La trataron de convencer pero ella está segura que solo fue un inventó tuyo.

—Yo sabia que esa señora estaba fingiendo —le dije —. ¿Y que más dijo?

Stef me miró apenada y se mostró arrepentida.

—Stef.

—Es que dijo unas cosas muy feas de ti — negó con indignación, sus ojos se cristalizaron. Comenzó hablar en italiano  y se limpió las lágrimas —. Jamás había escuchado tanto desprecio. Lo había visto en las redes pero nunca así de frente. Se expresó de las venezolanas y de todos los latinos de una manera de horrible. Eduard le dijo que era suficiente, estaba enojado y avergonzado. 

—Tranquila —acaricié sus hombros, recordando la cara de Eduard cuando cruzamos las miradas.

—Me dio mucha rabia —llevé un mechon detras de oreja — . Te juro que no todos son asi, jane. Ella no representa a este pais.

—Tranquila Stef — acaricié su mejilla
—.  Ella tampoco fue una santa, asi que no me mortifica. Que piense lo que quiera.

—Eso nos dijo Eduard — tenia chocolates que me habia regalado Adri y le di uno —. Este pais es de todos jane, tanto como tu y otros extranjeros tienen el derecho de hacer sus vidas aqui.

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