Capitulo 4

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Jane...

Papá siempre me dijo "Nunca subas a un carro de un extraño" y aquí estoy yo subiendo a uno, sin saber que me deparará la vida con un sujeto que he visto dos veces en mi vida y que me ha salvado en esas dos ocasiones desde que llegue a aquí.

Mi cuerpo estaba temblando por varias motivos, miedo, preocupación y frio, tenia las manos frotando mis brazos disimuladamente desde que subimos al carro. Mis manos estaban heladas y sentía que en cualquier momento me iba a dar un ataque de hipotermia si no conseguía abrigarme con algo pero no había nada, el suéter que cargaba no me alivia y el anaranjado que está en el apartamento no pienso usarlo así me muera de frío.

—¿Tienes frio? —preguntó zequi.

—Un poco —mi voz tembló.

—Un poco, mucho —llevé la mirada hacia la ventanilla del carro apenada — .Toma.

Miré de reojo y me acomodé en el asiento.

—¿En Venezuela no hace frio?

—Si pero no tan hipotérmico como este.

—Estamos en otoño y se pone peor cuando llega el invierno, deberías cambiarlo y buscar uno mejor chica de Venezuela— volví a pensar en aquella fea chaqueta de mi tía que mi madre me obligó llevar y descarté la idea.

Cosa fea no.

Regresé a la realidad cuando el chico Español colocó en frente de mis narices su suéter.

—Es lo primero que haré apenas tenga dinero —dije después de colocarme su lindo sueter que por cierto olía muy bien, era enorme y lo que más me gustaba es que era negro.

Mi color favorito.

Y ahora suéter favorito.

Es prestado.

Era, ahora es nuestro.

—Te puedes quedar con él.

—¿Y qué hay de ti? — dije al ver que solo quedó en camisa deportiva.

—Tengo cientos en mi armario — dice presumido —. Y siempre llevo uno extra conmigo.

Me hice hacia atrás cuando pasó su cuerpo en el espacio que hay entre su asiento y el mío. El olor a su perfume llegó hasta mis cosas nasales.

Era encantador.

—¿Ves? —otro suéter de color negro se había puesto con la diferencia que el de él no tenía un niño con lentes y una lechuza en el brazo —. Siempre ando preparado, ninguno de mis amigos pasa frío en invierno. Por eso dicen el chico de los suéteres

Sonreí.

—Gracias.

—Ni lo menciones, chica de Venezuela.

Llegamos al parque que el chico Español mencionó y lo recorrimos hasta llegar a una estructura que no sé que forma tenía, él apuntó con el dedo, indicando que debemos ir para allá y me voy detrás de él.

—Espera — me dijo y me detuve.

—¿Ves la golondrina de madera?

—¿Eso?— señalé.

—Si.

—Mira hacia el tobogán.

—Ajá.

—Ahora observa — asentí cómo el dijo y no pasaron medio segundo cuando Loki apareció deslizándose por el tobogán.

Mi corazón dio un vuelco de felicidad, me llevé las manos al pecho y la llamé enseguida. Creí que iba a obedecerme pero en vez de eso, subió otra vez al pájaro de madera y se deslizó con los niños que estaba alrededor.

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