Capítulo 3, pío! 🐥

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Jimin debería de haber sabido que nada iba a salir bien ese día tan pronto como se levantó y se percató de que se había quedado dormido.

Tan pronto como había puesto un pie en el hospital, con solo cinco minutos retrasado debido al tonto tráfico, su jefa le había atrapado y por supuesto que no dudó en darle el bendito discurso eterno.

Algunos compañeros le habían observado con compasión por haber llamado otra vez la atención de la jefa Kim nuevamente, otros incluso intentaron llamar la atención de Ye-rim para darle la oportunidad de escapar.

Pero como un terco sabueso con su hueso, la mujer no les había dado oportunidad y los mandó directamente a trabajar para concentrarse únicamente en Jimin hasta que quedó totalmente satisfecha, provocando que su retraso aumentara de cinco a diez y le culpara de ello.

Luego de todo eso, su jefa apenas le había dado el tiempo suficiente como para que se cambiara su uniforme y entonces le mandó a trabajar.

Aceptando silenciosamente las instrucciones de su malvada jefa, el pollito omega había pensado en tomarse un pequeño tiempo cortito entre sus obligaciones para pasar a la cafetería del hospital y conseguir algo de comida para su vacío estómago.

Claro, que no había contado con que su jefa se mantendría pisando sus talones y revisándolo cada cierto tiempo como si quisiera comprobar que realmente estaba trabajando, quitándole la oportunidad de escaparse para ir a la cafetería.

Tal parecía que el único rayo de luz que vería en su horrible día oscuro sería aquel momento en la mañana donde aquel extraño apuesto le había salvado de una fea caída.

Sí, toda esa situación había sido muy vergonzosa y eso, pero... No fue tan malo como ser el centro de atención de su jefa.

Soltando un suspiro, Jimin colocó una mano en su vientre cuando este rugió exigiéndole atención y comida.

En su mente, su pollito también soltaba píos tristes de puro hambre que ambos sentían, con su estómago llegando casi a dolerle por no tener nada.

—Solo hay que esperar un poco más, pronto será la hora del almuerzo, pío —se alentó a sí mismo.

Pero era un poco difícil alentarse de esa forma, cuando se encontraba empujando un carrito para entregarle las comidas a sus pacientes designados.

Tan solo apreciar y oler los platos llenos con comida, su estómago se apretaba y dolía, pidiéndole una pequeña probadita, a lo cual que por supuesto se negaba, ya que el alimento no era para él y eso parecía poner de mal humor a su pollito.

Y un pollito de mal humor no era nada agradable.

Cuando su jefa le había cambiado sus deberes, el dulce omega había aceptado más que feliz de hacerlo con tal de no internarse en la sala de emergencias, donde prácticamente tenía que caminar de puntillas completamente alerta para no encontrarse con un paciente con una herida abierta y sangre, mucha sangre, lo cual por supuesto que era una misión imposible.

Aunque claro que no había pensado que su nueva asignación sería entregar los alimentos.

¿Su jefa lo había hecho a propósito?

Seguramente.

Jimin ya había oído por algunos compañeros que Kim Ye-rim siempre era desagradable con los nuevos hasta que los aburría lo suficiente como para que estos renunciaran por su propia cuenta.

Y aunque ese era un deseo con el cual el adorable pollito había estado luchando desde el mismo instante en que su jefa le había prestado atención, lo único que le mantenía en el hospital fueron las personas agradables que conoció junto a los pocos amigos que logró hacer.

Quiéreme bonito, pío! 🐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora