Capítulo 30 🚘

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Narra Mikhail

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Narra Mikhail.

—¿Te costaba mucho encargarte de tu novia para poder estar con la mía, joder? —espeta Oleg, llegando hasta mí y golpeando mi pecho con su mano. Arrugo el rostro.

—¿Qué?

—Megan, joder. ¿Qué puto rastreador tiene para siempre interrumpirnos? —se queja. Cojo aire.

—No tengo idea —siseo, endureciendo la mandíbula porque estoy demasiado molesto con ella por todo ese espectáculo de hoy.

—¿Qué? ¿También te fastidió? ¿Arrepentido de revelarte contra tío por ella? —pregunta. Lo veo mal.

—Jamás me arrepentiré de eso, pero no la entiendo, maldición —confieso. Oleg ríe.

—¿Qué te hizo? —cuestiona. Suspiro.

—No lo sé. No entiendo qué fue todo eso de temprano. No entiendo por qué diablos sigue creyendo que es una más, cuando le he demostrado que realmente me interesa —explico. Oleg suspira.

—Vamos por un trago. Tardarán arreglándose y yo necesito emborracharme para convencerme de que dormiré solo por ellas irse de fiesta —declara Oleg, palmeando mi brazo. Lo sigo de cerca—. Entonces, explícame qué pasó —pide al entrar al despacho e ir directamente al minibar.

—Tú lo viste, Oleg. ¿Qué puedo contarte yo si todavía no entiendo ni mierdas? —replico, cogiendo el vaso con whisky que me ofrece.

—Yo lo que vi fue que entró justo cuando estaba por probar a mi mujer —se queja. Bufo.

—Vi lo mismo —reconozco, ganándome una mirada furiosa de su parte. Río bajo—. Dijo algo de una lista, ¿sí? —explico. arruga el rostro.

—Esto de no discutir nunca con K es horrible, he perdido práctica y ahora no entiendo a las mujeres —reconoce, ambos reímos—. Creo que nunca lo he hecho —dice ahora. Reímos más.

—Creo que Megan quiere, no lo sé, ¿qué le pida algo? —digo, pero suena a pregunta. Oleg alza una ceja.

—¿Que sea tu novia? —pregunta. Asiento, porque jamás podría decirlo sin sentir que es absurdo.

—¿Quién diablos pide eso hoy en día, joder? —cuestiono—. ¿No basta con tenerla en mi cama más veces que cualquier otra, llevarla a conocer a Emma, los niños, dejarle hacer a ella algo que ninguna otra me hizo? —insisto, recordando lo rico que se siente tenerla con mi polla en su boca. Oleg mueve su cabeza de lado a lado.

—Las mujeres son auditivas. Les encanta que vivas diciéndole cuánto te gusta, lo guapa que se ve, que si la quieres, extrañas, esas cosas tontas, Mikhail —dice, moviendo su mano para restarle importancia.

—Pues, es decir, sabe que me gusta y le he dicho que la quiero. ¿No es suficiente eso? —cuestiono y Oleg alza una ceja.

—¿Le has dicho que la quieres? —replica y suena sorprendido. Odio el sentir mis orejas calientes.

ESCOLTA DESIGNADO 🚘 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora