Capítulo 4 🚘

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Narra Megan

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Narra Megan.

Han pasado cuatro nuevos días. Días en los que me he negado a salir más de lo oportuno de mi habitación, solo para comer con K, porque Oleg sigue sin pisar la casa. Al menos, eso es lo que dice K. Sin embargo, dudo que no salga sea solo por Mikhail, a quien estoy evitando demasiado bien o él me está ignorando fenomenal, una de dos, pero no lo he vuelto a ver...

Y no sé cómo me hace sentir eso.

Es decir, sé que él no quiere repetir, entiendo también que fue cosa de una sola noche y que no debería darle tanta importancia, pero venga, soy lectora.

Y leo puras cochinadas y romances que, pues, no es que sean los más sanos del mundo, así que, por más que diga odiar a los fuckboy, me prenden...

Y si me habla en ruso, me prende el doble.

Y si me hace correrme a chorros, me prende el triple.

Y si me llama americana, me prende al cuádruple.

Pero, si se llama Mikhail, ja, el quintuple queda tonto.

Suspiro cuando la puerta de mi habitación se abre y K se asoma por ella.

—Lo siento, me cansé de tocar y no recibir respuestas. ¿Estás bien? —pregunta.

¿De verdad no escuché la puerta sonar?

—Lo estoy, estaba pensando, lo siento —me excuso y sonrío. Me devuelve el gesto y se acerca.

—¿Algo que quieras contarme? —tantea. Río bajo.

—Estaba leyendo un nuevo libro, pero el protagonista masculino me exaspera —confieso, haciendo referencia a Mikhail. K ríe.

—¿Y por qué? —revira.

—Es demasiado perfecto, físicamente hablando, también coge de puta madre, pero cuando abre la boca, K. —Suspiro, callando momentáneamente, recordando sus feas palabras.

—¿Qué? —insiste.

—Daña todo. Humilla a la protagonista femenina. Es un imbécil que no sabe reconocer que sí le gustó follarla, pero nah, es mejor ir diciéndole a la cocinera que hubiese preferido pasar la noche en la cama de otra maldita zorra que. —Me callo cuando noto que K me está mirando con los ojos bien abiertos y sus cejas alzadas—. Olvídalo, voy a dejar de leerlo —resuelvo, deseando que fuera así de fácil en la vida real.

Ojalá pudiera decidir dejar de querer leer a Mikhail.

Eso es imposible.

—Vale. Yo quería venir a pedirte dos cosas —dice. Alzo una ceja y ella se sonroja. Río bajito—. Oleg volvió anoche —musita.

Oh, eso me interesa.

—¿Y? —tanteo.

—Ha tenido que viajar a Rusia.

ESCOLTA DESIGNADO 🚘 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora