Libro #2 de la Trilogía "Independiente" Amores Designados. No es necesario leer el primer libro, pero se recomienda para entender situaciones de ciertos personajes.
El plan de Megan de solo pasar dos semanas en esa ciudad para visitar a su mejor ami...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Narra Megan.
Me plazco de ver el cambio de coloración en los ojos de Mikhail y, en vez de abrir la puerta que estoy aplastando con mi cuerpo, abre la del asiento de atrás y prácticamente me empuja dentro, pero me sorprende metiéndose también.
—¿Quieres que te folle, americana? ¿Te gustó cómo te folló el ruso? —cuestiona, bajando bruscamente el tirante de mi vestido para dejar al descubierto mi seno derecho. Comienzo a temblar.
—No tanto como tú quieres follar a esta americana, Mikhail. ¿Te gustó follarme? ¿Te gustó follar a la americana? —replico, tomando el control de la situación al montarme sobre sus piernas a horcajadas.
Deja sus manos a los lados mientras yo tiro de mi vestido por encima de mi cabeza para quedar desnuda, incluso sin tanga. Maldice, clavando su mirada en mi feminidad.
—¿Sin tanga? ¿De verdad pensabas cogerte a alguno en esos baños? Mejor aún, ¿creíste que dejaría que eso pasara? —sisea, sonando muy molesto.
Se me endurecen los pezones al escuchar su voz ronca. Maldice al notarlo.
—Sabía que cogería esta noche, Mikhail. Con quién, me daba igual. Te doy la oportunidad de que seas tú, pero si mañana vuelves a decirle a Lorena que hubieses deseado dormir en la cama de Emma, sin importar quién diablos sea Emma, yo seré quien te haga tragar tus propias pelotas, imbécil. ¿Estamos? —cuestiono, aprovechando que el alcohol en mi sistema me hace ser más confiada de lo normal. Alza una ceja y sonríe de lado.
—¿Ya terminaste con el reclamo o tienes algo más que decir? —replica, apoyando sus manos frías en mis nalgas calientes y restregándome a posta hacia adelante, lastimando mi coño por su pantalón, pero no me quejo. Jadeo.
—Esta noche, te follo yo —zanjo, tirando de su cinturón. Gruñe y me deja hacerlo, luego voy por el botón y el cierre. Me levanto un poco para dejarlo bajarse el pantalón lo suficiente y libera su miembro. Saboreo mis labios.
—No tengo preservativo encima —confiesa cuando tomo su miembro con mi mano. Abro la boca y saboreo mis labios con mi lengua.
—Tengo la inyección —musito porque me niego a quedarme sin follarlo.
—Es mejor llegar a. ¡Maldición! —espeta al cortar lo que estaba diciendo al enfundármelo todo. Sus ojos se han oscurecido a su máximo apogeo, pero cuando me meso hacia adelante y retrocedo duro, veo la cordura desaparecer de su sistema.
Sus manos se apoderan de mis nalgas, marcándolas, estoy segura, por lo fuerte que clava sus dedos en mi carne, pero no me quejo. Jadeo y él maldice.
Me lanzo en busca de su boca mientras no dejo de moverme, al contrario, aumento mis movimientos al escuchar sus gruñidos contra mi boca y callar con la suya mis jadeos. La forma en la que se siente tan resbaladiza en mi coño, la manera en la que mis paredes lo amoldan a la perfección, la sensación tan divina que me recorre el cuerpo entero.
Todo eso y más hace que no aguante mucho para comenzar a estremecerme con violencia sobre él al sentir mi orgasmo tocando la puerta.
—Córrete para mí —suplico contra sus labios, aún con mis ojos cerrados, porque lo que quiero es no ser yo, de nuevo, la primera en correrse.
—Mójame la polla con tu orgasmo y tendrás el mío llenando tu coño —promete. Gimo, estremeciéndome sin control alguno y tomo su boca para correrme a chorros, clavando mis dientes en su labio inferior mientras gimo bajito su nombre.
Gruñe algo en ruso que no entiendo y luego siento su orgasmo caliente, recorrer mi interior, espero pacientemente hasta que sus manos aflojan su agarre en mis nalgas. Abro los ojos para verlo un momento y sonreír.
—Yo te limpio —zanjo y me levanto, arrodillándome a su lado y tomando su polla con mi mano, todo en cuestión de segundos para llevarlo a mi boca.
—Megan, no —dicta, pero me vuelvo ciega, sorda y muda, cuando chupo con fuerza y sus manos cogen mi cabeza. Al principio creo que va a levantarme, pero al deslizar mi lengua, trazando círculos por dentro de mi boca sin dejar de chupar con suavidad, las deja quieta.
Sonrío aún con su polla en mi boca y continuo mi faena, más que dispuesta en hacer que esta noche sea él quien tenga más de un orgasmo. Lo prometo.
Me prendo de su miembro como si fuese una paleta de helado, pero esta, en vez de derretirse con cada nueva lamida de mi parte, se humedece y endurece. Hace unos movimientos de contraerla y relajarla que me hacen gemir aún sin sacarla.
Las cosas que dice en ruso me tienen los pezones a punto de reventar por la excitación, pero todo se va al diablo cuando su mano recorre mi espalda, haciendo que me arquee más, parando mejor mi culo para mostrarle una vista de puta madre de mí en cuatro mientras se la chupo con destreza.
—¡Oh, Mikhail, sí, así! —suplico al llegar con su mano a mi coño y acariciar mi clítoris .
—Eres tan exquisita con tu boca como con tu coño, americana. No te detengas hasta que te la hayas tragado toda. ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres mi leche en tu boca como la tienes en tu coño? —cuestiona con la voz enronquecida, sexual..., perfecta.
—Sí, dame tu leche, Mikhail —suplico como toda una zorra, pero no lo veo a la cara porque notaría mis mejillas a punto de explotar. Maldice y comienza a levantar un poco sus caderas, sujetando con una mano mi cabeza para que no la mueva y con la otra, llevándome a la gloria con sus dedos en mi coño.
Y así, con una vuelta de 180 grados, toma el control de la situación, siendo él quien me folla la boca mientras yo jadeo cada vez más fuerte, con su polla saliendo y entrando de mi boca a toda velocidad y sus dedos no teniendo clemencia con mi cuerpo que parece convulsionar.
Justo cuando siento el chorro de su semen chocar con mi garganta, me corro con fuerza sobre sus dedos. Cuando ya no sale más de su miembro, lo llevo hasta el fondo para limpiarlo por completo y luego me siento a su lado, estremeciéndome sin control.
Joder, eso estuvo de puta madre.
—Mojé el asiento, perdón —musito, dándome cuenta del desastre que he ocasionado y avergonzándome de que todos vean eso. Mikhail ríe, moviendo mi rostro para que lo vea.
—Nunca te disculpes por sentir placer, Megan. Muchos no lo han sentido jamás —declara. Paso saliva, controlando los temblores de mi cuerpo.
—Antes no lo hacía —confieso, luchando con mis ojos para que no se cierren.
—Y me encargaré de que lo hagas más seguido —promete para, atolondrarme por completo al introducir su lengua tan profundo como tenía hace un momento su polla. Gimo, aferrándome a sus brazos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dios mío, amo este capítulo, jajajajaja. Es de mis favoritos.