Lara

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—Soy curiosa.

Lara sonrió levemente. Sus ojos brillantes eran tan grandes como los de un gato. Demian suspiró y se recogió el pelo con una mano.

—En el campo de batalla.

—Ya lo sé.

—El demonio lo secuestró, así que lo perseguí y lo rescaté.

—¿Qué?

Fue la primera vez que lo escuchó. No podía creer que el demonio hubiera secuestrado al príncipe heredero Acerus. Por eso estaba tan obsesionado con la guerra contra las fuerzas demoníacas.

—Demian.

—¿Qué?

—Así que fuiste el héroe que rescató a la damisela del imperio en apuros de ser tomada por el señor demonio.

—Lo he escuchado unas cien veces en el Imperio y ahora estoy acostumbrado. En ese momento, yo era más joven y mi cabello era bastante largo...

—¿Qué? ¿Tenías el pelo largo?

—Incluso tuve extraños malentendidos.

Demian frunció el ceño porque estaba realmente molesto. En lugar de esos extraños malentendidos, Lara sentía aún más curiosidad por el joven Demian con su largo cabello ondeando al viento.

—Creo que te habrías visto sexy.

—¿Eso es un cumplido?

—Sí, un hombre sexy es encantador.

—Gracias, Lara.

Demian se rió a carcajadas. Sorprendido por la risa de su dueño, el caballo relinchó.

La niebla se pegaba al cabello de Lara y lo mojaba. Su cabello ondulado estaba empapado de rocío y se volvió más rizado. Lara se pasó una mano por el pelo y miró con envidia el pelo liso de Demian.

***

Cuando regresó a casa, Konny estaba saliendo con Valentine sin volver a dormir. Mientras pasaba el rato con Valentine, que dormía durante el día y estaba despierta por la noche, el horario de sueño de Konny terminó por todos lados.

—Konny, date prisa y duerme. Puedes levantarte tarde, así que duerme bien.

—Estaba a punto de irme a la cama.

Konny sonrió con una linda cara y corrió a su habitación.

Todo el cuerpo de Lara estaba mojado por la niebla. Incluso llevar una capa era inútil. Se frotó la cara mojada con los dedos y luego se frotó la mano de nuevo en el dobladillo de su ropa. Entonces, Demian le tomó la mano. Sus dedos estaban fríos y húmedos como ella. Lo mismo ocurrió con sus ojos.

—¿Demian?

—Lara.

—¿Qué ocurre?

—Una vez que te lleve al Imperio, mi misión con Acerus se considerará terminada.

—¿Entonces?

Demian miró a Lara sin siquiera moverse. Todo estaba oscuro, pero la luz azulada se quedaba solo en sus ojos.

Las yemas de sus dedos temblaron. Demian rascó ligeramente el dedo de Lara con la uña. Cuando Lara juntó el dedo, volvió a agarrarle la mano. La tensión permanecía en las yemas de sus dedos.

—Haz esa pregunta de nuevo.

—¿Cuál?

Demian no respondió, pero Lara rápidamente se dio cuenta de lo que estaba diciendo. Así que volvió a preguntar sin pensarlo mucho.