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El cochero llevó a Lara y Demian al bosque en las afueras de Jaskier. Como estaba nevando, el clima frío significaba que había poca gente en la calle. Solo el sonido de su carruaje se escuchó en el camino vacío.

Lara detuvo el carruaje dentro del bosque. Agarró la mano de Demian y le dijo al cochero.

—Por favor, espéranos aquí.

—Sí, mi lady.

—Hace frío, así que descansa dentro del carruaje.

Lara vestía un pesado abrigo y una gruesa capa. Hizo que Demian usara la misma capa. Luego, caminaron hacia el bosque profundo.

—Siento que estoy siendo secuestrado.

—¿Como supiste?

Lara sonrió. Cada vez que los dos pisaban la nieve, se escuchaba un crujido.

—¿A dónde vamos?

—Donde no haya nadie.

—Aquí ya no hay nadie, Lara.

—Donde no haya estrella ni luna.

La voz de Lara sonaba como una canción. Demian decidió no hacer más preguntas. Un dulce calor se elevó de la mano que agarró. Quería tocar sus dedos, quería hacerle cosquillas en la muñeca y barrer sus hombros. Quería escuchar los latidos de su corazón y respirar al ritmo de ese latido. Mientras tenía esos pensamientos, Lara de repente le habló.

—Tengo una pregunta.

—Pregúnteme.

—¿Quién te dio tu nombre?

Preguntó Lara. Ella estaba caminando a través del denso bosque de árboles. Un pequeño copo de nieve que cayó entre las ramas fluyó por su capa.

—Yo.

—¿Te nombraste a ti mismo?

—Yo no lo diría así. Solo me vino a la mente un día. Fue como si alguien... me hablara de un pasado que ni siquiera recuerdo.

—Escuché que viste al demonio en persona en el norte.

—Hice.

—¿Cómo te sentiste?

Demian recordó al demonio que encontró en el norte. Cabello blanco revoloteando como un fantasma, velocidad y fuerza que los humanos no podían seguir, e incluso tenía la apariencia de una mujer hermosa.

Originalmente, era normal que los depredadores no se disfrazaran como uno. Pero este demonio era extraño, mientras cazaba, disfrutaba distrayendo a los humanos usando la forma de una hermosa mujer.

—Estaba enojado.

—¿Por qué?

—No sé. Solo tenía el pensamiento de que tenía que luchar contra ella y ganar. Me siento mal por Acerus por decir esto, pero terminé salvándolo mientras trataba con ella.

—¿Ganaste?

—Sí.

Esta vez, Lara estaba sorprendida. Ella detuvo sus pasos y lo miró, su rostro pálido parecía algo sonrojado. Demian puso sus palmas en sus mejillas y derritió su figura helada. Lara volvió a preguntar.

—¿La mataste?

—No.

—¿Por qué?

—Porque ella juró obedecerme.

—¿Por qué... quién y por qué? ¿Qué te hizo el demonio...?

—Ella dijo que me obedecería.

—Así que la perdonaste.

LaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora