capitulo 1

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Franco Reyes nunca había empacado una maleta con tanta velocidad.

Un llamado de quince segundos con su hermano Óscar había bastado para arruinar por completo su tranquilidad.

"Sara ha entrado en trabajo de parto, tu hijo está a punto de nacer"

Aquello fue todo lo que Franco necesitó para salir corriendo de la sala de juntas en la que estaba. No le importaba el grupo de inversionistas Europeos a los cuales había dejado allí sin una explicación, mucho menos le importaba el contrato millonario que había sido protagonista de aquella reunión. No pensó en que abandonar aquella sala de juntas pudiese costarle una gran suma de dinero, lo único que deseaba era estar lo más pronto posible al lado de su Sarita.

Había regresado a su cuarto de hotel y empacado sus cosas en tiempo record, mientras su secretaria le enviaba la información del vuelo que milagrosamente había conseguido para ese mismo momento. Tenia los minutos contados para llegar al aeropuerto, y hacer los tramites correspondientes para abordar. Con una desesperación digna de padre primerizo, llegó al aeropuerto diez minutos antes de lo que había calculado.

El vuelo de Madrid a Bogotá se le hizo eterno. En su cabeza no dejaba de pensar en que había sucedido para que Sara entrara en trabajo de parto en la semana treinta y seis. Sabia que lo más probable era que Sara no hubiese cumplido su palabra de quedarse quieta en casa, aunque no podía culparla, la conocía perfectamente como para saber que si se había puesto nuevamente al mando de la hacienda, era porque su presencia allí era realmente necesaria.

Tenían empleados muy valiosos, Olegario y Gonzalo eran impecables en su labor, el primero se había hecho cargo de la hacienda Elizondo durante años, actualmente era un empleado imprescindible, capaz de hacerse cargo tanto de la hacienda Elizondo como de la Hacienda Reyes, sin embargo, incluso con su hermano Juan al mando, siempre terminaban necesitando la presencia de la mayor de las Elizondo. Probablemente Juan u Olegario solo le habían pedido su opinión en algo, y Sara había insistido en ponerse a trabajar.

"Por favor, que haya sido solo el estrés y no una caída" Rogó Franco en su cabeza. El menor de los hermanos Reyes intentó calmarse, si Óscar no había mencionado un accidente era porque la situación de Sarita no era tan grave.

En el hospital de San Marcos, Sara Elizondo soltaba un grito al mismo tiempo que una nueva contracción llegaba. A su derecha, su hermana Norma le sostenía la mano, permitiendole a Sara que le diera un apretón mientras soportaba las contracciones. A su izquierda, su madre, Gabriela Acevedo le acariciaba el rostro, sonriendo orgullosa de la manera en la que Sara estaba soportando aquella situación.

—Oscar —susurró Sara en cuanto el dolor se disipó—

—¿Si, cuñadita? —Óscar Reyes se acercó hacia la camilla donde se encontraba Sara—

—¿Has podido hablar con Franco? —Preguntó aún con los ojos cerrados—

—La verdad no —río Óscar—

Sara abrió los ojos de inmediato, y miró sorprendida a su cuñado

—¿¡Cómo que aun no has hablado con él!?

—Tranquila, Sara, no te alteres, Franco está de camino para acá, solo que no pude hablar con él porque no me dió tiempo, en cuanto le dije lo que pasaba cortó, hablé con Amanda, la secretaria que lo acompañó, ella me confirmó que Franco ya está en un vuelo hacia acá

Sara suspiró aliviada.

—Podrías haber empezado por ahí, Óscar —Lo regañó Gabriela—

—Si, Óscar, ¡Casi matas a mi hermana de un disgusto! —Jimena, quien se había mantenido callada, se acercó para unirse al regaño—

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