capitulo 29

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Sara conducía de regreso a la hacienda, su corazón aún latiendo con fuerza pero esta vez por la alegría y el alivio que sentía. Por primera vez en mucho tiempo, Sara percibía la belleza de su entorno con una claridad renovada, dudaba que hubiese algo en el mundo que pudiese apagar su felicidad

Mientras avanzaba por el camino polvoriento que separaba el centro de San Marcos de las haciendas, no podía dejar de pensar en el resultado, Felipe era su hijo.

La vida se lo había quitado de la forma más cruel, pero también se lo había regresado cuando ella ya no tenia esperanzas de volver a verle.

Había encontrado a su bebé.

Esa verdad retumbaba en su mente y llenaba su corazón de una felicidad indescriptible.

Pensó en la joven Sarita que había tenido que enfrentar la perdida de su primer hijo, sacando fuerzas de donde no las había para criar a Gaby con el permanente recuerdo de que su hija tenia otra mitad que nunca conocería.

Habían sido tiempos difíciles.

Y seguramente las próximas semanas no serian faciles. Pero su hijo estaba vivo, respirando, y lo más importante, a salvo y cerca de ellos.

Sus pensamientos se dirigieron a Franco. Imaginó su reacción al recibir la noticia, el alivio y la felicidad que iluminarían sus ojos. Ahora sabia cuánto había sufrido él también, la búsqueda interminable y la esperanza que a veces parecía desvanecerse. Ahora, finalmente, podrían compartir esta alegría.

Sara se emocionaba al pensar en el momento en que le contaría la verdad, en cómo se abrazarían y llorarían juntos, unidos por el amor por su hijo.

Mientras la hacienda se acercaba a la vista, Sara se sintió más decidida que nunca, tal vez hacia un par de días podía considerar ser egoísta con la noticia que acababa de recibir, pero ahora no. Le iba a contar todo directo a Franco, era incapaz de privarlo de aquella felicidad luego del desahogo que su esposo había tenido la noche anterior

Había sido un camino difícil, lleno de incertidumbre y miedo, pero ahora todo eso quedaba atrás. La vida les daba una nueva oportunidad de ser una familia, y ella no pensaba desperdiciarla.

Sara salió del coche luego de guardar el papel con el resultado dentro de la guantera.Miró alrededor, sintiendo que cada rincón de la hacienda parecía más brillante y lleno de esperanza. Avanzó con paso firme hacia la casa, observando cada rincón, imaginandose a Felipe disfrutando de su casa, a los cuatro disfrutando de volver a ser una familia.

Y claro, también se imaginó a Franco y ella en unos meses con sus dos bebés grandes y su bebé recién nacido, siendo finalmente felices como siempre debieron de estar.

Entró en la casa y llamó a Franco, Irene le indicó que acababa de regresar de pasear con Gaby por los predios y que se había vuelto a encerrar en el estudio.

Sara corrió escaleras arriba, disminuyendo la velocidad al recordar que podía caerse y poner en peligro al hijo que venia en camino. Caminó el resto del trayecto y sin tocar entró en el despacho. Franco estaba de espaldas buscando algo en la inmensa cantidad de folders que tenían en la biblioteca

—Franco

Su esposo se dió la vuelta sumamente confundido al escuchar su nombre provenir de su boca. Llevaban días completos sin tener una conversación - o discusión, mejor dicho- que no hubiese sido iniciada por él.

A Franco no solo le extrañó la iniciativa que Sara había tomado de hablar con él, si no también el tono sereno en su voz, podía equivocarse, pero quería creer que aquello no seria una discusión como las que llevaban teniendo sin parar desde hacia días. Tal vez la discusión de la noche anterior si había servido para algo.

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