capitulo 19

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—¡No se lo puedes decir! —Repitió Jimena–

Escasas eran las ocasiones en que los Reyes Elizondo estaban de acuerdo en algo...

Para sorpresa de Franco, esta era una de esas ocasiones.

Franco había reunido a sus hermanos, sus cuñadas y a su suegra para pedir un consejo sobre el dilema con el que batallaba desde que había salido de la comisaria. Mientras que él dudaba a cada segundo sobre lo que debía hacer, su familia lo tenia claro; Sara no debía enterarse

—Es que no...

—No le quieres mentir a Sarita —completó Oscar en tono burlón– Lo sabemos, pero si le dices, la vas a destrozar.

—Oscar tiene razón —Secundó Norma— No estoy segura de que mi hermana pueda soportar ese dolor. ¿Perder a un hijo, dos veces? Sarita no lo soportaria.

—¿Simplemente le oculto algo que ambos hemos esperado por años? Asi no es como Sara y yo hacemos las cosas, jamás le he mentido.

—Aqui la cuestión no es si se lo dices o si callas, es cuando se lo vas a decir –Habló Juan, que se había mantenido callado— Se lo vas a decir, pero cuando tengas una certeza.

—El comisario dijo que eso podría llevar meses...

—¿Y tu crees que Sara soportaria tantos meses con esa angustia? –Preguntó Norma— Mejor dicho, ¿Crees que seas capaz de soportarlo?

Franco negó con la cabeza.

Tan solo habían pasado dos horas y ya se estaba volviendo completamente loco.

No había dejado de imaginarse posibles escenarios, todos distintos, y en casi ninguno de ellos lograba recuperar a su hijo.

—No quiero decirselo —Admitió— pero siento que no es buena idea ocultarselo. Sara sabe leerme, sabrá que algo anda mal, no creo poder ocultar mis sentimientos durante tanto tiempo

—Adelanta el proceso, ¿Para qué esperar a la policía? consigue un detective privado, estoy seguro de que no tardará mas de un par de semanas en saber la verdad sobre mi sobrino.

—¿Detective privado? No tengo ni una sola pista, Oscar.

—Eso es lo de menos, no tienes un rastro de él, pero si sospechosos, lugares donde puede investigar. Tienes a tu disposición nuestras cuentas bancarias si no quieres que Sara note el faltante de dinero.

Franco no respondió.

La idea del detective privado le parecia util, podría tener una certeza en tan solo unas semanas y hablar con Sara con total sinceridad, pero la idea de mentirle... él nunca lo había hecho desde que comenzaron su relación.

Uno de los pilares más fuertes de su matrimonio era justamente la sinceridad, al mismo tiempo, otro de los pilares que se había visto debilitado en el ultimo tiempo, era la pequeña familia que habian construido.

Con una mentira, podría intentar solucionar todos sus problemas, recuperar al ser que tanta falta les hacia, o en el peor de los casos, darles finalmente paz.

Pero si algo salia mal, sabia que podía estar poniendo en peligro su matrimonio.

—¿Me pueden dejar a solas con Franco?

Franco alzó la cabeza al escuchar la voz de su suegra. Gabriela se había mantenido completamente en silencio desde que comenzó la reunión, pero nunca le había quitado la vista de encima a su yerno.

Las dos parejas asintieron y salieron de la habitación para permitir que Franco y Gabriela hablasen a solas.

—No se lo digas —Dijo Gabriela—

—Gabriela...

Para todos podía ser demasiado facil elegir el camino de la mentira, pero para él, no.

—No se trata de sinceridad, si no, de cuidar la vida de tu hijo, el que viene en camino.

—¿De qué habla?

—Conozco a Sara, una información tan dolorosa no haría más que causarle daño a ella, y al bebé.

Franco estuvo a punto de abrir la boca, pero guardó silencio. Su suegra tenia razón. Él y Sara no habían hecho más que cuidar del embarazo desde que se enteraron de que tenían un bebé en camino.

Tan concentrado en no romper la confianza de su esposa, no se había detenido a pensar en la frágil y diminuta vida que crecía dia a dia en el vientre de su mujer, y en como podía afectarle esto.

—No lo había pensado —Admitió—

—No te culpo —Sonrió su suegra— debes tener un lío tremendo en esa cabeza tuya. ¿No crees que es hora de que se lo digas al resto?

Franco negó con la cabeza de inmediato. Sara deseaba esperar un poco más, y por nada del mundo irrespetaria ese deseo de su mujer.

—Sara no está lista, ella será quien decida cuando quiere contarlo.

Gabriela asintió, comprendiendo. Desde el momento en que Sara se enteró de su embarazo, había intentado ser el pilar de su hija, y sabia perfectamente lo difícil que seguia siendo para ella aceptar que seria madre de nuevo.

—Sara no va a odiarte por ocultárselo, Franco. Si se lo dices, acabarás por hacerle daño al bebé. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudarte a encontrar la verdad, solo cuando lo sepas, podrás decirle.

Franco estuvo de acuerdo. Aunque seguia sin convencerlo el tener que mentirle a Sara, no quería hacer nada que pudiera dañar a su hijo. Se prometió a si mismo que no descansaria hasta dar con la verdad. 

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora