capitulo 5

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—Sarita, entregamela, yo me encargo

La castaña negó con la cabeza rechazando la ayuda de su mamá al mismo tiempo que se apartaba del resto de la familia para darle de comer a Gaby.

Absolutamente todos los miembros de la familia Reyes Elizondo se hallaban reunidos alrededor del teléfono de la sala, esperando una llamada que les indicara que existian posibilidades de recuperar al pequeño hijo de Sara y Franco.

El rubio miró a Sarita levantarse y con la mirada se ofreció a acompañarla, pero su esposa le sonrió levemente indicandole que podía sola. Ambos estaban totalmente destrozados por dentro, pero su pequeña bebé se estaba encargando de mantenerlos ocupados y con las fuerzas suficientes para no desmoronarse.

—Llevamos una eternidad esperando —Se quejó Jimena recostandose en el sillón— ¿Seguros que en el hospital no han sabido nada?

—Ruth y Leandro me prometieron que no se moverían del hospital y que nos avisarian si se enteraban de algo —Respondió Franco— Pero esta espera ya comienza a impacientarme

El teléfono no emitia ningún sonido, no llegaban noticias ni de la policía ni de la clínica, y a simple vista era evidente que a todos se les estaba acabando la paciencia, aunque intentaban mantener la calma. Sabían que un movimiento en falso podía arruinarlo todo.

Pero también temían que si se demoraban en actuar, fuese demasiado tarde.

—¿Será que si llaman? ¿No deberíamos regresar a la clínica? —Inquirió Jimena incapaz de ocultar su nerviosismo—

—¿Y arriesgarnos a no estar cuando llamen? —Agregó Norma—

—Si es que llaman, porque yo estoy de acuerdo con mi morenita, a lo mejor ni lo hacen —Habló Oscar—

—¡Ya, por favor!

Todos los presentes se dieron la vuelta para observar como Sarita regresaba con Gaby en brazos, mucho más nerviosa que hacia tan solo unos minutos. La bebé estaba intranquila, pero al menos solo se limitaba a removerse en los brazos de su mamá y evitaba romper en llanto, como si supiera que no era un buen momento para alterar aun más los nervios de sus papás.

Franco se puso de pie y de inmediato abrazó a Sara quitándole a la niña de los brazos. Acomodó a Gaby en su brazo derecho y pasó el izquierdo por detrás de la espalda de Sara acercandola más a él.

—Amor, tranquila

—¡No puedo estar tranquila, Franco! Gaby está demandando demasiado, siento que no le estoy dando la atención suficiente, y ustedes no hacen más que ponerme nerviosa con sus teorias

—Lo estás haciendo de maravilla. —Aseguró plantando un beso en su cabeza— Y en cuanto a la llamada, estoy seguro de que va a llegar. Si no llaman en media hora nos regresamos a la clínica, ¿Si?

Sarita suspiró, pero no alcanzó a asentir, cuando el bendito teléfono emitió el tono que todos estaban esperando oir. Fue la castaña quien prácticamente pasó por encima de Jimena y Oscar para llegar hasta la mesa y tomar el aparato en sus manos.

—¿Qué es lo que quieren?

La voz de Sara era firme, no dejaba al descubierto ni un atisbo del nerviosismo y miedo que la carcomían por dentro. Había aprendido a no demostrar miedo a sus enemigos, mostrarse débil solo haría que la tomaran del pelo.

—Dame el teléfono –Susurró Franco—

Sara lo apartó suavemente y negó con la cabeza.

—¿Qué es lo que quieren? —Volvió a preguntar, con el mismo tono de voz—

—¿Demasiada prisa, señora Reyes?

Escuchó una pequeña risa del otro lado del teléfono. La sangre le hirvió, y por un segundo, sintió la necesidad de cantarle sus verdades a las personas que estuvieran del otro lado.

Pero no era momento de llorar, mucho menos de ponerse a discutir con las personas que tenian a su niño en su poder.

—Creo que no hay necesidad de alargar esto, no? Ustedes quieren dinero y yo a mi hijo, no hay mucho más que hablar.

Franco estaba impresionado con la manera en la que Sara mantenía la compostura, estaba seguro de que si fuese él quien estuviera al teléfono, ya se le habria quebrado la voz, pero Sara se mostraba impasible.

—Dos millones, en efectivo, veinticuatro horas de plazo máximo.

—¿Escuchaste? –Musitó Sara mirando a su esposo–

Franco asintió y se volvió hacia sus hermanos para contarles sobre la cantidad de dinero que debian reunir.

—Solo necesito un par de horas —Dijo Sara dirigiéndose de nuevo al teléfono— ¿Donde me regresarán a mi bebé?

—Ustedes no van a ser quienes pongan las condiciones, encarguense de tener el dinero, y nosotros llamaremos cuando sea la hora del intercambio

—Al menos diganme dond-

Sara tiró el teléfono encima de la mesa cuando escuchó el pitido que indicaba que la llamada había sido cortada.

—Ni siquiera les pude preguntar si está bien —se lamentó Sara—

—Tranquila —Dijo Jimena caminando hacia su hermana para abrazarla— No le tocarán un pelo, no les conviene.

—Me voy al banco —Anunció Franco tomando las llaves de su coche, aun con Gaby en brazos— ¿Vamos? –Preguntó dirigiéndose a Sarita—

La castaña negó con la cabeza y tomó a su bebé en brazos.

—Vé con tus hermanos, yo me quedo con Gaby. Solo procura conseguir todo, por favor.

—Descuida. —Franco le sonrió y depositó un beso en la cabeza de su esposa— Estén pendientes del teléfono, regresamos enseguida.

Los tres hermanos Reyes salieron de inmediato de la casa de Sara y Franco directo hacia la camioneta de este último. Sarita se aferró a Gaby mientras veia como la camioneta de su marido se alejaba hasta desaparecer de su campo de visión.

La cuenta regresiva para recuperar a su hijo había comenzado, y esperaba que ambos pudieran actuar de la manera correcta para que estuviera de nuevo junto a ellos lo más pronto posible. 

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