primer epilogo

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Gabriela Acevedo les indicó a sus dos nietos que podían ingresar a la habitación luego de lograr convencer al personal del hospital para hacer una excepción.

Ambos niños, de ya seis años, abrieron la puerta de par en par e ingresaron a toda velocidad, corriendo hacia un objetivo en común; La cama del hospital donde su madre sostenía a su pequeño hermano.

Gabriela ingresó detrás de sus nietos y se posicionó cerca de la puerta, al igual que el resto de la familia para darle espacio a Sara y Franco junto a sus pequeños.

Sara y Franco sonrieron al ver entrar a sus hijos. Felipe y Gaby se colocaron cada uno a un costado de la cama de su mamá, observando al diminuto ser envuelto en una manta azul cielo que su madre tenia en brazos.

—¡Queremos verlo! —Exigió Gaby emocionada—

Franco les hizo a ambos una señal para que se mantuvieran en silencio, y ayudó a Gaby a subirse a la camilla junto a su mamá, mientras que Felipe se subió a la silla que estaba junto a esta. Sara sonrió mientras apoyaba a su hijo recién nacido sobre su regazo, descubriendo un poco su rostro para que sus dos hijos mayores pudieran verlo

—Les presento a Lucas Reyes Elizondo

Ambos observaron maravillados al pequeño bebé que había llegado a este mundo hacia tan solo unas horas.

—Creí que lo llamarían Martín como el bisa —Dijo Gaby—

—El segundo nombre de tu hermano es Martín, ¿Recuerdas? —Respondió Franco mirando a su hija— Además, fue el bisa quien eligió su nombre... bueno, en parte.

Sara suspiró ante la mención de su abuelo. Levantó la mirada para observar a toda su familia reunida en aquel cuarto de hospital, todos habían pensando lo mismo en cuanto Gaby nombró a Don Martín.

Había una gran ausencia en ese cuarto...

Don Martin Acevedo había partido hacia no tanto tiempo. Luego de que Franco se recuperara por completo de su accidente, parecía que a partir de ese momento nada podría empeorar para la familia Reyes Elizondo. Pero la dicha no duró mucho, al poco tiempo, el estado de salud del más veterano de la familia comenzó a empeorar.

No había nada que hacer. El roble comenzaba a perecer, y no había nada que se pudiera hacer para revertir su estado. Tan solo quedaba acompañarle en sus últimos momentos, y prepararse para lo que vendría.

Gabriela, Norma y Jimena enloquecían cada vez que les daban un nuevo parte medico, cada uno menos esperanzador que el otro. Sara, en cambio, conocía a su abuelo tanto como él la conocía a ella, y estaba tranquila, porque sabia que él lo estaba.

Había sido difícil explicarle a los pequeños de la familia lo que estaba ocurriendo, pero todos habían logrado entender lo suficiente: Su bisa se estaba apagando, y debian demostrarle cada dia cuanto lo querian, porque no sabían cuando seria la ultima vez que podrían hacerlo.

La única que supo cuando seria la ultima vez, fue Sarita.

Don Martín había pedido a casi todos que salieran de la habitación, incluyendo a Felipe y Gaby, quería tener una charla a solas con Franco y Sara, por supuesto que ellos no se negaron.

Franco no podía evitar romper en llanto cada vez que veía a Martín postrado en esa cama. Sara lograba contenerse un poco más, aunque su abuelo podía ver en sus ojos todo el dolor que sentía por dentro.

—Hace mucho tiempo que siento como mi cuerpo se apaga cada dia más —Confesó Don Martin tomando las manos de su nieta entre las suyas— He sabido ocultarlo, e intenté con todas mis fuerzas recuperarme, porque sabia que aun no era mi momento, y tenia un ultimo deseo antes de poder partir al fin.

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