capitulo 7

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En cuanto Oscar estacionó el auto frente a la entrada de la casa de Franco y Sara, esta ultima salió corriendo al encuentro con su marido.

—¿Pasó algo mientras no estuve? –Preguntó él abrazándola con fuerza—

—Lo escuché, Franco —Susurró la castaña enterrando su cabeza en el cuello de su esposo—

Franco se tomó algunos segundos para abrazar con fuerza a su esposa antes de apartarse un poco de ella, confundido por sus palabras.

—¿A que te refieres, amor?

Se sorprendió de ver una sonrisa en el rostro de su mujer, Sara tenia un brillo en sus ojos que no había visto en todo el dia, y Franco no lograba encontrar una razón para tal repentino cambio de humor

—Escuché a Felipe, escuché su llanto, sigue vivo —Le contó— Llamaron, y justo antes de que colgaran pude oirlo.

El rubio volvió a fundirse en un abrazo con su esposa a la vez que se formaba en su rostro una sonrisa tan enorme como la de la castaña.

—¿Te han dicho algo importante? ¿Quieren reunirse ya?

—Solo llamaron para molestar, recordarme que se acababa el tiempo, pero no quisieron decirme más. Dime que lo conseguiste, por favor

—Ni un centavo más, ni un centavo menos

Sara se apartó de su esposo para ver a la persona que había dicho aquello; Oscar y Juan se acercaban a ellos sonrientes. Sara suspiró aliviada al ver las maletas que contenían la salvación de su hijo en manos de sus cuñados.

—Está completo, amor. —Confirmó Franco apartando las pequeñas lagrimas que se habían escabullido por las mejillas de su esposa— En cuanto llamen, iremos a buscar a nuestro bebé.

Sara reprimió las ansias de largarse a llorar, se arrojó a los brazos de Franco, dejando escapar un enorme suspiro. Por primera vez en toda la jornada, tenían una oportunidad real de recuperar a su hijo.

Solo tenían que estar preparados para partir en cuanto llamaran de nuevo.

Dejó que Franco la cargara hacia el interior de la casa y la recostara en el sofá, donde casi de inmediato Jimena le entregó a su hija, quien se había despertado y estaba un poco intranquila.

Franco se sentó junto a ella y pasó un brazo por encima de sus hombros mientras Oscar relataba el pequeño contratiempo que habían tenido en el banco.

—No sé que hubiera pasado si Saenz no hubiera estado allí, ni siquiera quiero imaginarlo. —Sara sacudió la cabeza intentando apartar esos pensamientos de su cabeza—

—No hace falta que te lo imagines, por fortuna todo salió bien —Franco intentó tranquilizarla—

Se formó un pequeño silencio, que fue casi de inmediato interrumpido por el llanto de Gaby. Por supuesto, la niña no podía mantener la calma todo el tiempo.

Sara intentó calmarla meciéndola, e incluso se apartó del resto de la familia para tratar de alimentarla, pero Gaby rechazó cualquier intento de su madre por calmar su llanto.

—Está estresada —Gabriela miró con ternura a su nieta— Sarita, somos muchas personas alrededor suyo, la niña ya se siente incomoda, además, te siente estresada a ti.

—Amor, ¿Por qué no subes con ella? —Propuso Franco— ambas necesitan descansar

—No quiero. Quiero quedarme aqui.

Franco suspiró y se acercó a Sarita, tomando en brazos a Gaby, la pequeña pareció calmarse un poco, aunque era evidente que no estaba del todo en paz.

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