capitulo 26

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La siguiente semana fue una de las más difíciles que Sara había tenido que afrontar en su vida. Funcionaba automáticamente, como una maquina, sin dejarle saber a nadie como se sentía.

Se levantaba antes que su esposo, desayunaba y preparaba a Gaby, y ambas salian de la casa un rato antes de lo que solian hacerlo para evitar cruzarse a Franco. El resto de su mañana transcurría con normalidad, lo que le permitía ahorrar energías para la tarde, cuando llegaba con Gaby del colegio y debía tener una vida en familia "normal" para evitar que su pequeña hiciese preguntas que aun no lograba descifrar como responder.

Franco y ella no intercambiaban palabras si no era algo que tuviera que ver con su hija o algún asunto de la hacienda que no pudiera resolver alguno de los dos por separado.

Franco había sentido ansias de hablar y salvar la situación en más de una ocasión, pero había elegido darle espacio a Sarita.

Ella, por su parte, cada dia que pasaba sentía que su matrimonio se hundía más y más.

Los años que habían pasado juntos había sido tan perfectos que Sara no sabia como reaccionar a la primera crisis que debian de afrontar. Por momentos pensaba que se estaba ahogando en un vaso de agua, pero no tenia fuerzas para hacer pie y salir de ahí.

La primera vez que tuvieron una conversación que no comenzara con "Gaby" esa semana, fue cuando Sara entró desesperada en la habitación que su esposo había ocupado las ultimas semanas, sacudiendolo para que despertara.

—¡¡Franco!!

El ojiazul despertó de inmediato, sorprendiendose al escuchar la voz de su esposa y asustandose al ver su rostro.

Sara estaba con los ojos llenos de lagrimas.

—¿Que sucedió? —Preguntó incorporándose en la cama—

—El abuelo —Respondió ella en un hilo de voz— Mi mamá me llamó, se puso mal

Franco no esperó más información, se puso de pie y de inmediato se vistió mientras Sara tomaba a una Gaby aun dormida en brazos para ir hacia el auto.

Condujeron en silencio, Sara sostenía a su hija en brazos mientras Franco conducía lo más rápido que podía permitirse en aquellos caminos no asfaltados.

Cuando llegaron, los recibió Dominga quien de inmediato tomó a la pequeña Gaby en brazos dejandoles saber que ella la cuidaría al igual que lo estaba haciendo con Juan David. Subieron las escaleras y fueron directo al cuarto de Don Martin, encontrandose con sus hermanos y doña Gabriela esperando fuera de este.

—¿Está mejor? —Preguntó Sara esperanzada

Gabriela, hecha un mar de lagrimas, asintió con la cabeza.

–El medico ya lo vió, se descompensó, pero no debería haber mayores complicaciones

—¿Pero que fue lo que pasó para que se pusiera asi? cuando lo vi hace un par de días estaba perfecto

–El abuelo escuchó a mamá hablar conmigo sobre la separación de ustedes dos —Explicó Norma—

—Dijo que quería verlos en cuanto llegaran –Informó Gabriela—

—Si quieres puedes ir sola, yo iré después –Susurró Franco—

—Ven conmigo, si él quiere vernos a ambos, nos verá a ambos.

Franco asintió y siguió a Sara en silencio hacia el cuarto de Don Martin.

—Abuelo —Susurró Sarita al entrar al cuarto y verlo despierto— ¿Como estás?

Sara comenzó a caminar lentamente hacia la cama de Don Martin, seguida de Franco quien se mantuvo cerca pero intentando mantener su distancia al mismo tiempo.

—Mucho mejor ahora que los veo juntos —Sonrió—

Sara no tuvo el valor para aclararle a su abuelo que Franco y ella solo habían entrado juntos porque él asi lo queria, por lo que solo se limitó a devolverle la sonrisa y posicionarse a un lado de la cama.

—Nos dió un buen susto, Don Martin —Sonrió Franco caminando hacia el otro lado de la cama de Martín—

—Sabes que soy un roble, no tienen de qué preocuparse, muchachón

Sara soltó una pequeña risita y se inclinó para colocar su cabeza en el hombro de su abuelo. Don Martin comenzó a susurrarle que no tenia que preocuparse por él, mientras que Franco miraba la escena con una sonrisa, hasta que su celular le hizo apartar la mirada

—Gaby se despertó y pregunta por nosotros —Le informó a Sarita mientras leia el mensaje de Jimena— Voy a bajar a verla

Sara asintió sin mirarlo.

—Mi niña, no me gusta verte tan alejada de tu esposo —Dijo Martin en cuanto Franco salió de la habitación—

—Él lo provocó, abuelo

—¿No te has dado la oportunidad de escucharlo?

—No quiero. Porque sé que hay posibilidades de que mi corazón sea debil ante sus palabras y no quiero darle otra oportunidad. Me mintió con lo más sagrado, me traicionó de la peor manera, abuelito

—Estuve deacuerdo contigo el dia que discutiste con la familia, ¿Pero no crees que te estás adelantando demasiado al hablar sobre un divorcio?

—No tiene sentido que Franco y yo sigamos juntos cuando la relación está rota.

—Dudo mucho que tu relación esté rota, Sarita. Quien está rota eres tú y es totalmente comprensible, pero no vas a poder enmendar las heridas que hay en ese corazoncito si alejas a las personas que más quieres.

—Lo único que puede enmendar mi corazón es volver a tener a mi hijo entre mis brazos.

—Gabriela me lo contó todo, sabes que no es seguro que lo puedas encontrar —Le recordó–

Sara sonrió entre lagrimas y tomó una de las manos de Martín entre las suyas

—Estoy a punto de hacerlo, abuelo –Confesó—

Como pudo, Don Martin se incorporó un poco para poder ver mejor a su nieta a la cara.

—¿Que estás diciendo, Sarita?

—¿Recuerdas la fundación que frecuento? —Martín asintió— Hay un niño que llegó hace unas semanas, es el niño más bueno y dulce que he conocido, desde que lo ví sentí algo muy especial, y después de descubrir la mentira de Franco lo siento mucho más. Tiene la misma edad de Gaby y aunque no son idénticos, hay detalles en él que me recuerdan a ella

—Sarita, ¿No estarás dejando que tu cabeza te traicione?

—No lo sé, abuelo, solo sé que no puedo sentirme más conectada a ese pequeño, desde el primer dia quise protegerlo de todo. Me hice una prueba de adn que debería estar lista mañana, pero no la necesito, sé que es él

Don Martin tenia sus dudas, Sara podía ser un poco impulsiva en ocasiones y hacer caso al corazón cuando se hay tantos sentimientos de por medio no siempre es la mejor opción. Pero no seria él quien rompería la ilusión de su nieta

—Entonces, si estás tan segura, sal y habla de manera civilizada con Franco.

—Abuelo, no quiero seguir hablando del tema, ¿Por qué no descansas? nos diste un buen susto y no quiero que te vuelvas a poner mal.

—Sarita, no tienes de qué preocuparte, porque yo no pienso morirme hasta no ver a tu familia reunida nuevamente.

—Entonces vas a ser eterno –Sonrió Sara— porque dudo mucho que el dolor que siento en el corazón se apague.

—Ay Sarita... sé que eres tan terca como tu mamá, pero creeme cuando te digo que no eres tú quien decide eso, tu corazón va a sanar por si solo, aunque intentes alejar a Franco, al final del dia es tu corazón el que decide.

Sara no supo que responder, por lo que se limitó a subirse a la cama junto a Don Martin y recostarse a su lado. No quería volver a la realidad y enfrentar a Franco, porque temía que su abuelo pudiese tener razón

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora