capitulo 25

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Parecía que tanto la directora, como la enfermera encargada de suministrarle sus medicamentos a Tomás se habían quedado más que perplejas al escuchar la desesperación de la castaña mientras salia del centro, porque ninguno de los adultos notó que detrás de Sara y Leandro, un pequeño se escabulló sin mayor esfuerzo.

Sara y Leandro ya se habían subido al carro de la castaña cuando Felipe logró llegar a la calle, pero eso no hizo que el niño regresara al interior. Intentó recordar la pequeña charla que Sara había mantenido con las dos mujeres encargadas de cuidarlos esa noche, sabia que ella les había comentado donde se encontraba con su familia, pero él niño no conocía San Marcos, y por mucho que intentara relacionar los nombres que había oido con calles, era muy pequeño para ubicarse.

De todas maneras decidió recorrer los lugares más cercanos al lugar que por el momento él debía llamar hogar. Recordó que Sara había dicho que su familia estaba a tan solo unas calles de allí; Gaby Reyes no había podido ir demasiado lejos.

.....

—¡No puedo creer que hayas sido tan irresponsable! —Acusó Sara a su marido en cuanto se bajó del coche–

Toda la familia estaba fuera del establecimiento. Franco siendo contenido por sus hermanos, y las Elizondo en una llamada con quienes Sarita dedujo, era la policía.

—¡Gaby estaba contigo! —Se defendió Franco, intentando mantener la calma para no hablar de más—

—Cuando me fuí estaba a tu lado. ¿Tu hija está de pie junto a ti y no lo notas?

En el fondo, ese regaño no era solo para Franco, era sobre todo, para ella misma. Ella debió advertirle a su marido que se iria asi fuese solo por un momento

—Bueno ya. —Intervino Leandro colocándose en medio de ambos— Lo importante es encontrar a Gaby. No puede haber ido muy lejos.

Sara no estaba tan segura de ello.

Intentaba ignorar ese sentimiento que había sentido una sola vez en su vida, pero que conocía a la perfección. Un sentir que había deseado no tener que volver a experimentar en lo que le quedase de vida.

Había perdido a un hijo una vez, y no estaba dispuesta a volver a perder otro...

—Si algo le sucede, me muero —Susurró, solo audible para su esposo y Leandro—

Pero tener fé era difícil luego de lo sucedido años atrás.

Franco hizo a un lado su enojo y la envolvió entre sus brazos con dulzura, ignorando las altas probabilidades que existian de que Sara lo apartase, sin embargo, ella no lo hizo. Tal y como había sucedido cinco años atrás, los brazos de su esposo eran lo único que podían contenerla.

—Quedate con tu mamá, yo iré con Leandro a pie mientras nuestros hermanos recorren San Marcos en coche.

Sara hizo caso omiso al pedido de su marido. Como pudo se repuso, y suspiró antes de encaminarse hacia una de las calles contiguas a donde estaban. Franco la siguió de inmediato junto a Leandro.

San Marcos no era un pueblo que se caracterizase por tener una vida nocturna muy activa. Era difícil hallar a alguien caminando por esas calles ya entrada la noche. Tampoco era un lugar tan peligroso como lo eran los pueblos aledaños, existian casos aislados de asaltos, pero en muy raras ocasiones –por no decir nulas— se conocían casos de crimenes que atentaran contra la vida de alguna persona. La inseguridad no era algo que le preocupase ni a Franco ni a Sara, a lo que más debian temerle, era al accionar que pudiera tener su hija al darse cuenta de que se había perdido. Gaby Reyes no era una niña que acostumbrase a estar alejada de sus padres, y aunque ella desconociera lo sucedido años atrás, la desaparición de su hermano había causado que sus padres fuera sobreprotectores en exceso.

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