capitulo 3

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No hubo gritos, reclamos, ni llantos.

La única reacción que pudo tener Sara fue apartar a la enfermera, irrumpiendo en la unidad neonatal. Se dirigió sin decir una palabra hacia donde se suponía que debian estar sus dos recién nacidos.

Gaby dormía, ignorando lo que sucedía a su alrededor, por un segundo Sara creyó que había escuchado mal y pensó que todo estaba bien...

Pero Felipe no estaba en su sitio.

Al ver el lugar de Felipe vacío, el cuerpo de Sarita dejó de responderle, sus piernas flaquearon al igual que sus brazos, su cabeza parecía dejar de funcionar, lo unico que sintió, fue como si alguien le arrancara el corazón.

De pronto, se sintió vacia.

Al igual que Franco, quien apartó de inmediato sus ansias de romper en llanto para sostener a Sara por la espalda cuando vio que su esposa comenzaba a desmayarse.

—¿¡Qué han hecho con mi hijo!? —Sara se repuso de inmediato pidiendo explicaciones a la enfermera que se encontraba dentro de la sala—

—Señora Reyes...

Sara no dio tiempo a excusas, sentía miedo, y las lagrimas amenazaban con comenzar a bajar por su rostro, pero no permitió que ninguna lagrima bajase por sus mejillas, debía permanecer fuerte y firme hasta volver a tener a su bebé en brazos.

—Exijo que me expliquen en este mismo instante que sucedió con mi hijo.

La joven enfermera se notaba aterrorizada, y no era para menos. De manera entrecortada informó que iría a llamar a la jefa de enfermeras, Sara no le quitó la mirada de encima hasta que esta no desapareció de su vista, al darse la vuelta, se encontró con Franco tomando en brazos a Gaby, con un solo intercambio de miradas Sara supo que Franco pensaba igual que ella; No le quitarian el ojo de encima a su bebita.

Cuando tuvo a la bebé bien sujeta, Franco rodeó la cuna de Gaby y la abrazó, con cuidado de no golpear a la beba que se había vuelto a dormir en brazos de su papá.

—Tengo miedo —admitió a su esposo al estar solos—

Franco estaba tan o incluso más nervioso que ella, pero sabia muy bien que alterarse solo haría peor la situación para su mujer, por lo que decidió esconder sus propios miedos.

Ninguno de los dos podía permitirse flaquear en ese momento.

—Tranquila, lo vamos a encontrar —Dijo antes de plantar un suave beso en la cabeza de la castaña— Debe seguir en el hospital, seguro que no se trata de nada más que un error.

Sara quiso creer en las palabras de Franco, aquella era una clínica privada y apenas habían pasado algunas horas desde que había visto a su bebé por ultima vez, su niño no podía desaparecer asi porque si.

O al menos, eso fue lo que quiso creer, porque de otra manera se volvería loca.

(...)

—No sabemos con certeza que ha ocurrido —Admitió la jefa de enfermeras—

—¿Co-como no van a saber? ¡Se supone que tienen que cuidarlos! ¿¡Qué clase de clínica es esta!?

La jefa de enfermeras había dirigido a Sara y Franco hacia una de las oficinas dentro de la clínica para intentar que no se corriera la voz sobre lo sucedido durante la madrugada, pero ya era tarde, los reclamos de Sara y los gritos de los Reyes Elizondo en el pasillo al enterarse de la noticia habían sido suficientes para que medio hospital tomara conocimiento de lo sucedido.

Tanto Franco como Sara se negaron a dejar a Gaby de nuevo al cuidado de las enfermeras, Gabriela y Don Martin fueron las únicas personas en las que Sara podía confiar en ese momento para que cuidaran a su niña tan bien como ella lo haría. Aunque deseaba cuidarla ella misma, no quería alterarla con la discusión que tenia lugar en aquella oficina, donde los directivos y trabajadores intentaba dar explicaciones que realmente, no explicaban nada.

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