capitulo 6

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—Se lo repito, señora Sara, no vamos a permitir tratos con delincuentes.

Si no fuera porque Gaby descansaba tranquilamente en sus brazos, Sara ya habria echado a patadas a aquel grupo de policías. Habían llegado poco después de que Franco saliera hacia el banco, y no habían hecho más que intentar entrometerse y pretender detener el intercambio que podía regresarles a su niño.

—No me interesa si lo permiten o no —Respondió la castaña harta de la conversación—

En otra ocasión, probablemente habria escuchado las palabras del oficial, pero ningún operativo les seria de utilidad en esta ocasión, no, cuando la vida de su hijo dependia de un hilo, y cada minuto contaba.

—Entienda que debemos proceder de otra manera, déjenos hacer nuestro trabajo

—Y usted entienda que la vida de mi nieto corre peligro —Interrumpió Gabriela Acevedo— ¿Que han hecho para encontrarlo en las ultimas horas? ¡Nada!

Tanto Gabriela como Norma y Jimena se vieron en la obligación de acercarse a Sara en cuanto la vieron comenzar a discutir con el oficial. Temían que la castaña acabara aceptando las condiciones de la policía, quienes no harían más que entorpecerlo todo.

—Es cierto que es un caso sumamente difícil, pero detectamos la llamada que se realizó a su teléfono, y estamos intentando descifrar la ubicación, deben ser pacientes.

Pacientes. ¿Como podían pretender que fuesen pacientes cuando estaban hablando de un bebé de tan solo unos días de nacido?

—Mi hijo no puede ser paciente, ¡Es un bebé, me necesita, por dios! Cada segundo que pasa su vida corre peligro.

Nadie había hablado de la posibilidad de que ya fuese demasiado tarde, pero todos eran consientes de que era una gran posibilidad. Felipe Reyes no podía valerse por si mismo, y estaba en la etapa más critica de su vida.

Si seguia con vida, era un milagro, y Sara lo sabia perfectamente.

—Estamos concientes de eso, pero nada les asegura que esos hombres entreguen al niño a cambio del rescate.

—Nada me asegura tampoco que ustedes puedan hacer algo, por lo que les exijo que se retiren de mi propiedad. Mi esposo y yo actuaremos como creamos conveniente.

El oficial se apartó un poco para hablar con sus compañeros al darse cuenta de que no lograria nada, Sara observó la conversación con detenimiento, era evidente que todos estaban en desacuerdo con su decisión, pero poco le importaba.

Finalmente, el oficial volvió hacia donde se encontraban las cuatro mujeres.

—Estaremos atento a las llamadas –Anunció— e iremos detrás de ustedes para intentar capturar a esos delincuentes y recuperar el dinero.

—El dinero no nos interesa, solo queremos recuperar a nuestro bebé. Asi que por favor, déjenos a solas.

El oficial aceptó, y junto a sus compañeros, salieron de la hacienda. Sara suspiró y le entregó a Gabriela a una aun profundamente dormida Gaby.

—Sarita, ¿No quieres ir a descansar? —Preguntó a Jimena abrazando a su hermana por la espalda mientras regresaban a la casa—

Sara negó rapidamente con la cabeza.

—Nosotras estaremos atentas al teléfono —Aseguró Norma— Gaby y tu deben descansar.

—No, no puedo dormir.

Sus hermanas la acompañaron a sentarse en el sofá, mientras Gabriela caminaba con su pequeña nieta por toda la casa. Sara se levantó de un salto al sentir el teléfono de la sala sonando nuevamente.

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