capitulo 13

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—¡Y mamá no quiso llevarme a Mc Donalds!

Al igual que lo hacia con su madre al salir de prescolar, Gaby también se tomaba su tiempo para relatarle su dia a su papá en cuanto llegaba de la oficina, por supuesto, sin olvidar los caprichos que su mamá no había querido darle.

—Mañana vamos —Susurró Franco intentando que Sara no lo oyese—

Gaby sonrió y asintió

—¿Qué cosa has dicho? —Preguntó Sarita colocándose detrás de la silla de su esposo–

—Que... que termines de contarme, Gab —Dijo Franco—

Sara le dió un pequeño golpe en la espalda, dejándole saber que lo había escuchado, antes de ir a la cocina junto a Irene para alcanzarle los últimos platos que quedaban en la mesa

—¡Tengo compañeros nuevos! —Contó Gaby cambiando el tema para que su madre olvidara lo que acababa de escuchar–

—¿Ah, si?

—¡Noah y Thiago! Son... – Gaby se arrodilló en la silla para mirar hacia la cocina— ¿Como era, mami?

—Mellizos, mi amor.

—¡Eso! —Dijo volviendo a sentarse para mirar a su papá—

—¿Y no te los confundiste? –Preguntó Franco con una sonrisa—

—¡Tienen un cartel! porque se visten iguales, ¡Y son iguales! ¿No es genial? ¡Ojalá tuviera una hermana igual a mi!

—A mi me parece más genial ser la única con esa carita preciosa —Dijo Franco acariciando la mejilla de su hija— Además, no es my genial tener alguien identico a ti, Imaginate que te culpen de una travesura que ella hizo! Esos son muchos castigos, Gab.

Mientras Franco se levantaba de la mesa, Gaby se quedó pensando, llegando a la conclusión de que su papá tenia razón, y de que tal vez no era tan genial tener a alguien igual a uno.

Al cabo de media hora Gaby subió a su cuarto para dormirse, quedando Franco y Sara solos en el piso de abajo.

—¿Quieres hablar de eso? –Preguntó el rubio mientras Sara se servia un vaso de agua—

—¿Te conté sobre el nuevo caso en la ong? –Respondió ella con otra pregunta para evadir el tema–

—Amor...

—Un niño, ¡Precioso! no tendrá más de tres semanas y lo abandonaron, ¿Puedes creerlo?

Franco colocó sus manos sobre los hombros de su mujer, colocandola frente a él

—Sara

—Solo quiero que se le olvide — Dijo respondiendo a la pregunta inicial de su marido—

—Yo me encargo, ¿Permiso para llevarla al centro comercial mañana y que se obsesione con otra cosa?

—¿Y llenarla de comida basura? —Preguntó ella alzando una ceja–

—¿Como te atreves a decir que yo haría algo asi? —Fingió estar ofendido Franco—

Sara entrecerró los ojos, causando que Franco no pudiera aguantar la risa y la envolviera en un abrazo

—Combo pequeño, lo prometo.

Sarita suspiró antes de sonreir y asentir, concediendole permiso a su marido de alimentar a su hija con lo que ella creia era el peor alimento del mundo.

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—Mi amor, ¿Podrás ir por Gaby? —Preguntó Sara en cuanto su esposo respondió el teléfono— ¿O quieres que vaya yo?

–No te preocupes, amor. Ya estoy saliendo para allá

—Sale en quince minutos, ¿Recuerdas?

Franco le aseguró a su esposa que llegaría a tiempo y cortó, corriendo para poder llegar al kinder de su hija. Normalmente iría en auto, pero esa mañana había decidido cederle el auto a Sara en cuanto llegaron a San Marcos, solo unas calles lo separaban del colegio de su hija y podía ir perfectamente caminando.

claro, si no se le hubiera hecho tarde.

Mientras recorría el parque intentando llegar al otro lado lo más pronto posible, chocó con algo. Creyó tropezarse con algún arbusto, pero al mirar atrás notó que había sido un niño.

—¿Estás bien? —Preguntó ayudando

No lo había golpeado, pero si lo había hecho caer a él y a al bolsa que traía

—¿Estás bien? —Preguntó Franco extendiendole la mano para ayudarlo—

Le extrañó que aquel niño lo mirase con tanto temor en sus ojos. Probablemente creia que lo había hecho adrede. Franco estuvo a punto de decirle que lo sentía, cuando escuchó su teléfono. Rápidamente echó un vistazo, era Sara. rechazó la llamada para devolver su atención al niño.

Pero este ya se había largado.

Franco no pudo siquiera mirar a su alrededor para buscarlo y disculparse, su celular sonó de nuevo, y no tuvo más opción que seguir su camino mientras Sara al teléfono le regañaba por llegar tarde a la escuela de su hija. 

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