capitulo 8

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—Creo que deberíamos bajar —Sugirió Sara cerrando la puerta del balcón detrás de ellos—

—Y yo creo que tú deberías dormir un rato más –Respondió su esposo acomodando los almohadones alrededor de Gaby–

—Estoy bien, ya dormí lo suficient-

—¡Sara! ¡Franco!

Ambos miraron de inmediato en dirección a las escaleras, de donde venia el grito de Jimena. Caminaron hacia allí encontrándose con la menor de las Elizondo corriendo rápidamente hacia donde ellos se encontraban

—El teléfono, Oscar está hablando con ellos.

Eso fue suficiente para que ambos corrieran escaleras abajo. Oscar seguia al teléfono y tenia un bolígrafo en la mano. En cuanto terminó de anotar algo en un papel, colgó la llamada.

—Vámonos —Ordenó sin dar mayores explicaciones—

Las explicaciones no eran necesarias de cualquier manera, solo había un lugar al que debian ir, y el corazón de Sara comenzó a latir con velocidad.

Había llegado el momento de ir a por su bebé, y estaba muerta de los nervios.

Juan y Oscar se pusieron de pie, buscando los maletines con el efectivo antes de dirigirse a la puerta. Sara se volteó para mirar a su madre

—Cuida bien a Gaby, por favor

—No pensarás ir, ¿Cierto? —Quiso saber Norma—

Sara no respondió, pero una sola mirada bastó para que Norma entendiera que no valia la pena que intentaran convencerla de lo contrario, no había manera de que Sarita aceptara quedarse sentada en la sala.

La castaña salió de su casa yendo en la dirección contraria de la que iban sus cuñados y su esposo, este ultimo notó esto, y corrió tras ella para buscarla

—Amor, vamos en la camioneta de Juan —Le informó viendo que Sara abría la puerta trasera de su auto—

Sara cerró la puerta con fuerza, y Franco observó la imponente escopeta de su esposa en la mano

—No me pidas que la deje, porque no lo haré —Le advirtió caminando hacia él–

Franco sonrió y le enseñó su propia arma, la cual había escondido debajo de su saco. Sara suspiró aliviada al ver que Franco estaba dispuesto a cualquier cosa al igual que ella, y lo tomó de la mano para correr hacia la camioneta de su cuñado, desde donde los otros dos hermanos Reyes ya los estaban apurando.

—Olvidé decirte que la policía estuvo aqui — Comentó Sara a su esposo a la vez que Juan salia de la hacienda—

—¿Que querian esos incompetentes? —Preguntó Oscar dándose la vuelta para mirarla —

—Convencerme de que no hagamos ningún trato, pero les advertí que no les haríamos caso. Dijeron que en cuanto interceptaran la llamada vendrían detrás nuestro, asi que no se espanten si comienzan a perseguirnos. —Comentó, acomodando su escopeta—

—Solo espero que no arruinen nada, y que sean prudentes —Habló Franco recostandose en el asiento— Oscar, ¿Qué fue lo que te dijeron?

—Hay que ir por la ruta 26, saliendo del pueblo.

—Pero si allí no hay casi nada —Se extrañó Sara—

—También me sorprendió, pero fueron las indicaciones que me dieron. Además de una estación de servicio, en ese lugar solo hay puro árbol y campo. Debemos conducir hasta la gasolinera donde habrá un camión estacionado, y dejar el dinero en un contenedor detrás de esta.

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