capitulo 11

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¡Cumpleaños feliz, te deseamos a ti! ¡cumpleaños Gaby, cumpleaños feliz!

La pequeña Gaby Reyes, animada por el canto de todos sus familiares, se inclinó hacia su gran pastel con los ojos cerrados para soplar las cinco velitas una por una. Supo que había conseguido su objetivo cuando sintió los cálidos brazos de sus dos padres rodearla y llenarla de besos.

Abrió los ojos nuevamente y giró la cabeza para encontrarse con los ojos llorosos de su mamá.

—¡Las apagué todas, mami!—Exclamó Gaby con una sonrisa—

—¡Muy bien, mi amor! —La felicitó Sara—

La castaña tomó en brazos a su hija y la abrazó con fuerza, Gaby se quejó cuando su mamá corrió su tiara de lugar sin querer, causando la risa del resto de la familia

—¡Cuidado con el peinado de la princesa! —La regañó en broma su esposo tomando a su hija en brazos—

Gaby se llevó las manos a su cabeza para acomodarse la pequeña corona de plástico con ayuda de su mamá.

Sara plantó un beso en la mejilla de su niña cuando esta estuvo lista, y atendieron al llamado de Jimena, que les pedia que se acomodaran frente al enorme pastel rosa para sacar las fotos del evento. Gaby, amante de la atención que recibía por parte de su familia, se tomó su tiempo para posar con todos y cada uno de los invitados.

Sara y Franco esperaron pacientemente a que todos los invitados comieran el pastel, aguardando pacientemente hasta que Gaby decidiera salir del comedor para ir de nuevo al castillo inflable que habían colocado fuera de la casa.

Luego de un rato, Norma y Juan animaron a sus hijos a seguir saltando en el inflable, y los mellizos, ansiosos de seguir haciendo travesuras, retaron a su prima a ver quien lograba saltar más alto.

—¿Vamos? —Preguntó Franco a su esposa cuando su hija salió de la casa—

Ella solo lo siguió, no hacia falta aclarar el lugar. Ambos lo sabían perfectamente.

Se escabulleron fuera de la fiesta intentando que Gaby no los descubriera, cada año se les hacia más difícil, ya que la niña tenia cada vez más energía, y era más inteligente para darse cuenta de que cada año, sus padres se escapaban de su fiesta de cumpleaños llegada la noche.

El matrimonio caminó junto, Franco abrazando a Sara por la espalda, hasta que llegaron a una pequeña banca escondida en el interior de la hacienda, en una zona poco concurrida.

No había nada allí más que una banca, y un globo atado de esta.

Un globo blanco, con una inscripción en dorado.

"Feliz Cumpleaños" en una letra cursiva, muy elegante y sencilla a la vez.

—Tuve que traerlo hasta aqui para que Gaby no lo viese. Cada año es más difícil esconder cosas de ella —Explicó Franco mientras desataba el globo y lo tomaba en sus manos con cuidado de que no se le escapara—

Sara solo asintió y tomó asiento sin decir nada más. Sabia que en cuanto hablara, rompería en llanto.

Franco ya estaba acostumbrado a sus silencios, los respetaba porque en el fondo, él deseaba permanecer callado de igual manera.

Pero era consiente que ninguno de los dos podría soportar estar en completo silencio en una situación como aquella.

Una vez estuvieron los dos sentados en aquella banca, Franco le entregó a su esposa el globo blanco que amenazaba con volarse debido al viento de la noche.

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