No se permitió romper en llanto al salir del centro, ni en el camino a casa. No fue hasta que terminó de arropar a Gaby y se dirigió a su cuarto para su rutina nocturna, que se permitió llorar al entrar en la ducha, dejando que el sonido de la lluvia de la ducha tapara sus sollozos.
Durante años había logrado esconder su dolor tras barreras que ella misma decidia bajar de vez en cuando, pero en las ultimas semanas, en especial en los últimos días, aquello se volvia una tarea casi imposible.
En los días cercanos al cumpleaños de Gaby solia sentirse deprimida, eso no la sorprendía, había aprendido a luchar con eso. Eran las pequeñas cosas que le hacian recordar a su niño lo que le partía el alma.
Podía vivir con su cabeza recordandole a cada instante que había perdido a su hijo, aquel era un dolor que se había vuelto extremadamente familiar tanto para ella como para Franco.
Lo que no podía soportar era el tener que lidiar con el vacío que Gaby sentía ultimamente, ya no era una bebé, comenzaba a relacionarse con otros niños que tenían hermanos, comentarios como el de hacia dos días se harían cada vez más frecuentes. Sabia que no faltaba mucho para que comenzara a hacer preguntas, para que de alguna manera, su hija descubriera la verdad sobre su hermano, y no estaba segura de como atravesaría esa situación
—¡Amor! llevas media hora ahí dentro —Escuchó como Franco entraba en el cuarto de baño— ¿Estás bien?
Suspiró y apartó sus pensamientos de su cabeza para prestarle atención a su marido. Había estado tan inmersa en sus pensamientos que no había notado el tiempo que había pasado bajo el agua, y mucho menos la cantidad de vapor que había generado en el baño.
—Ya, ya salgo —Fue la única respuesta que logró articular–
Cuando sintió que Franco regresaba al otro lado de su habitación, apagó la ducha y salió con cuidado de no tropezarse. Se colocó su camisón y se aseguró de que no hubieran rastros de lagrimas antes de salir del baño.
—¿Que te pasa?
Se sobresaltó al escuchar la voz de Franco, volteó la cabeza para verlo sentado en el borde de la cama. Estaba preocupado, no era necesario que se lo dijera. Sarita sabia muy bien que ese dia su comportamiento no había sido para nada normal.
Por mucho que adorase hacer trabajo benefico, nunca llegaba tan tarde a casa sin siquiera llamar a preguntar por Gaby, y tampoco pasaba tanto tiempo en la ducha.
—Nada —Mintió, regalandole una sonrisa— Dia duro con unos nuevos casos que llegaron, nada más.
Aquello no era del todo una mentira, pero definitivamente tampoco era suficiente para explicar su animo.
Sara se dirigió al closet para buscar el secador de pelo intentando que Franco se olvidara del tema y siguieran su rutina como normalmente lo hacian.
—¿No crees que es hora de dejar eso ya?
Pero dejar conversaciones a medias no era algo que ninguno de los dos soliera hacer.
—¡No! —Se negó la castaña de inmediato dándose la vuelta— Me hace bien, mi amor —Agregó, está vez en un tono de voz más bajo—
—Yo no te veo muy bien
Franco se puso de pie y caminó hacia ella mientras Sara en otro intento de acabar con la conversación, encendia el secador de pelo. Franco esperó pacientemente a que Sarita se viera obligada a apagar el aparato cuando su cabello estuvo completamente seco.
—Estás decaída, y eso no te hace bien —Agregó, tomando el rostro de Sara entre sus manos—
—A veces los casos me llegan muy al corazón —Admitió— Pero no quiero dejarlo. Me hace sentir útil, en especial ahora que no puedo trabajar.
Franco asintió, comprendiendola, había sido la misma conversación que habían mantenido cuando confirmaron el embarazo de la castaña.
—Solo no dejes que te deprima de más, eso no te hará bien
—Prometido.
Franco pareció dejar de lado el tema definitivamente, ambos se fueron a dormir no sin antes atender a Gaby, que había tenido una pesadilla y los mantuvo despiertos durante un rato más.
El dia siguiente parecia desarrollarse con total normalidad, Sara se despertó con su tipico humor, y Gaby se encargó de hacer que sus padres salieran tarde de casa. Una vez que Franco dejó a su hija en el kinder y a Sara en el centro de modas de Jimena, emprendió el camino hacia su oficina.
Una llamada hizo que tuviera que arrimarse y detener el vehiculo para responder. Normalmente dejaria que la llamada fuera a buzón, pero en horario escolar de su hija, le tocaba contestar todas y cada una.
—¿Hola?
—¿Señor Franco Reyes?
—Si, el mismo –Respondió extrañado por la seriedad de quien le hablaba–
—Lo llamo de la estación de policía de San Marcos
—¿Ha ocurrido algo? –Preguntó Alarmado—
—Depende de como lo tome. Necesitamos hablar con usted o algun miembro de su familia lo más pronto posible.
—Estaré allí en cinco minutos.
Franco decidió no avisarle a Sara sobre la llamada e ir directamente a la estación de policía, no quería alarmarla, y probablemente no fuese nada grave. Tanto ellos como la finca de Juan había sufrido un pequeño robo hacia casi un año, y aunque a esa altura ambos se habían olvidado de eso, la investigación seguia abierta y en algunas ocasiones lo llamaban solo para decir que no había avances en la misma.
En cuanto ingresó en la comisaria fue guiado de inmediato a una oficina, donde al entrar se arrepintió de no haber ido por Sarita o alguno de sus hermanos. El comisario estaba rodeado de oficiales, y ninguno de ellos tenia buena cara.
—Buenos días —Saludó dudoso—
—Buenos días, señor Reyes. Tome asiento por favor.
Franco obedeció. El comisario tenia algunos folders encima de su escritorio en los cuales no logró leer sus titulos. Solo podía distinguir la "R" mayuscula que debía significar Reyes, pero había otros expedientes que no podía leer.
—Lamentamos llamarlo con tanta urgencia, pero es un asunto que no podía esperar.
—¿Ha... sucedido algo grave?
Cualquier cosa podría haber pasado en el rato que llevaban fuera de casa, pero eso no explicaba que el comisario ya tuviera un expediente del asunto.
—Nada reciente –Aseguró— pero si es un asunto muy delicado, se trata de su hijo, Felipe Martin Reyes Elizondo.
Hacia cinco años que no escuchaba el nombre de su hijo completo. La ultima vez, había sido en un pasillo de hospital, cuando los medicos y oficiales reconocieron el diminuto cuerpo encontrado en el incendio, y declararon la muerte de su bebé.
El oficial esperó a que Franco hiciera alguna pregunta, pero él no tenia la menor idea de que relevancia podía tener su hijo en este momento. Era un caso cerrado.
Al ver que Franco esperaba que él siguiera hablando, el oficial tomó en sus manos un folder y lo colocó frente a Franco.
—Tenemos razones para creer que su hijo está vivo.
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Serendipia
Fanfiction#Serendipia : Un Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual.