Alteza | parte IV (final)

2.3K 229 39
                                    

Cinco años después.

Recientemente el castillo de Drakkar estaba vuelto un caos, la familia real había mandado a construir un nuevo castillo en la frontera entre Drakkar y Yuei, donde se establecería la nueva capital cuando Katsuki e Izuku ascendieran al trono del nuevo reino. Pero no solo se trataba de las negociaciones y los asuntos burocráticos de la nueva capital, sino que ahora el castillo era atacado por las travesuras de tres criaturitas igual de problemáticas que “su madre”.

Los sirvientes daban vueltas en el palacio intentando mantener en orden la sala de reuniones, asegurándose de cada pequeño detalle y cuidando que los pequeños príncipes no entrarán ahí mientras se encargaban del banquete, todo era un caos.

El próximo rey de Drakkar sentía la cabeza a punto de estallar mientras recorría los pasillos, acababa de terminar otra agobiante y aburrida reunión, ahora tenía que ir de nuevo a su habitación, vestirse con otro conjunto y prepararse para el banquete al que estaba obligado a asistir por ser una reunión con sus futuros socios comerciales.

Estaba tan agotado que no pudo poner resistencia cuando fue arrastrado a una de las bodegas del palacio.

Su esposo los había encerrado junto con la melaza y la harina en una habitación diminuta.

—¿Qué estamos haciendo? —murmuró al darse cuenta que acaba de caer en una de las travesuras de su esposo.

—Tus pequeños demonios se colaron a los establos —dijo Izuku aterrado—. ¡Están cubiertos de paja y lodo! ¡Tu madre va a matarme cuando se entere que esos pequeños monstruos ensuciaron su ropa nueva! —gritó sacudiendo a Katsuki.

—Tenían que parecerse a ti —murmuró para sí mismo—. Bueno, castígalos o algo.

—¡¿Estás demente?! —gritó— ¡Si me encuentran terminaré igual que ellos! ¡Tienes que esconderme!

Se había vuelto una extraña costumbre, cada vez que Izuku tenía que huir de los regaños por sus travesuras o cuando quería esconderse de su madre podía confiar en que su esposo fuera su cómplice y lo escondiera entre su capa, aquello funcionaba incluso con sus hijos.

Katsuki caminaba hacia su habitación con Izuku sobre su espalda cuando tres pequeñas figuras salieron corriendo de uno de los pasillos; la mayor era una niña de largo cabello rubio como el de su padre y hermosos ojos afilados de color verde; su segundo hijo era un niño de cabello rubio y ojos escarlata; el tercero compartía rasgos con su hermano mayor, la diferencia era que tenía los ojos grandes y redondos como su madre, y a pesar de apenas haber aprendido a caminar ya era un problema muy escurridizo.

Iban corriendo dejando detrás de ellos un camino de lodo y paja, seguramente madre e hijos se llevarían un regaño por ensuciar las alfombras del palacio, pues la reina Mitsuki adoraba a su yerno y a sus nietos, pero no por ello dejaba pasar sus bromas.

—¿Has visto a mamá? —preguntó su hija mayor, Natsuki, la única que tenía el carácter para enfrentar a su imponente padre.

—No, no tengo idea de donde está —respondió Katsuki en tono serio— Y será mejor que vayan a limpiarse antes que su abuela los vea.

—Bueno —renegó Natsuki con un puchero—. Pero si ves a mamá dile que la señora de las hierbas lo está buscando y está enojada porque escapó.

Mientras hablaba, su hija se limpiaba el rostro con el dorso de la mano, embarrandose más la tierra que la cubría, cuando terminó siguieron su carrera por ir a la habitación, dejando tras ellos un enorme charco de barro.

—¿Te escapaste de Chiyo? —preguntó con tono sombrío mientras seguía su camino por el pasillo.

—Le dije que estoy bien, pero insistía en que me tomara esos tés que saben horrible —murmuró Izuku.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora