Ángel de jade

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Lo tenía sometido contra la cama, con el pecho sobre las sábanas y las largas uñas aferrándose a la almohada donde ahogaba sus gritos. Puso sus manos sobre sus anchas caderas, fascinado con la vista por los dos preciosos hoyuelos de venus en la espalda baja de su amante.

No pudo resistirlo más, lo abrazó por la cintura y lo levantó sin darle aviso, solo para llevarlo a la ventana donde pegó su pecho afelpado al cristal. Los bonitos gemidos se convirtieron en gritos de placer que rogaban por él, llamándolo por ese apodo que su amante le dió cuando él se negó a decirle su nombre.

"¡Kacchan!, ¡Kacchan!, ¡Kacchan!"

Con cada embestida que él daba arrancaba un nuevo grito de placer, los que en unos cuantos minutos consiguieron empañar el cristal.

Después de todo, haber asistido a esa repugnante cena de gala había valido la pena. Jamás esperó que entre tanta gente tuviera la dicha de hablar unos minutos con ese omega que tenía al mundo a sus pies. Izuku Midoriya, con su figura delicada, de curvas hipnotizantes, unos enigmáticos ojos verdes y las lindas pecas en su rostro que recordaban a las estrellas del cielo nocturno. Era un deleite verlo en los anuncios sobre los edificios, pero verlo en persona, con el ajustado vestido de brillantes joyas, fue como ver a un ángel.

Comenzó con una conversación irrelevante, preguntas casuales, risas, un beso apasionado en el estacionamiento del lugar. Entonces terminaron ahí, en la habitación de hotel donde Izuku se hospedaba, la ropa desapareció pronto, los besos se volvieron candentes, y ya no hubo forma de volver atrás.

Sujetó una de sus piernas y la levantó dejando al omega vulnerable ante su trato brusco, pero Izuku no pidió que se detuviera, siguió gritando tan alto como podía, casi llorando de placer.

-¡Ah, Kacchan se siente raro! -gritó con la voz temblando.

-Significa que lo estoy haciendo bien... -respondió susurrando en su oído, mandando un escalofrío por la piel sensible del omega.

Kacchan sujetó la otra pierna y la levantó, dejando a Izuku solo apoyarse contra el cristal que les daba una vista magnífica de la ciudad que vivía de noche.

Izuku sintió los afilados colmillos del alfa clavarse en su hombro, luego el semen caliente corriendo en su interior, en medio del sexo su timidez desaparecía por completo y se convertía en un omega insaciable, por eso, en lugar de preocuparse por un embarazo no deseado, se encontró gimiendo desesperadamente por el infinito placer que le causaba estar de esa forma con ese alfa.

Se quedaron un momento de esa forma, intentando recuperar el aliento, hasta que Kacchan fue a sentarse de nuevo en la cama, con Izuku aún montado en su verga; estaba sujetándolo por el pecho, jugueteando con ellos, drogándose con su suavidad, esa fue la razón por la que se puso duro de nuevo. Volvió a poner sus manos sobre las caderas de Izuku y retomó el salvaje vaivén.

Los gemidos de Izuku se agudizaron aún más, arqueó la espalda y se pegó al pecho de su amante, acariciando con sus uñas largas el cabello rubio cenizo. Levantó las piernas en el aire, y casi vió estrellas por la fuerza que el alfa ponía en cada penetración, como si de verdad quisiera destrozarle el culo, tal como dijo que haría en medio de los besos en el elevador.

Hicieron de aquella habitación un completo desastre, tuvieron sexo en el balcón, lo hicieron en la ducha, en el suelo, y volvieron a la cama, donde siguieron hasta quedar completamente agotados.

Por la mañana, el incesante zumbido de su teléfono lo despertó. Solo estiró la mano para responder la llamada en el altavoz.

-¿Dónde estás?, se suponía que teníamos que salir hace quince minutos para la sesión de fotos con la agencia de Dynamight -dijo su representante del otro lado de la línea-. ¿Sabes qué?, no me interesa donde estés, pero más te vale que estés listo en diez minutos, estaré esperándote en el auto.

Ella colgó sin siquiera escucharlo, él giró sobre la cama intentando no empeorar el terrible dolor en sus caderas. Pero cuando miró al otro lado de la cama, deseando conseguir un tierno beso de buenos días, se dió cuenta que estaba solo.

Se sentó de golpe ignorando el dolor, deseando escuchar el sonido de la ducha indicando que su amante aún estaba con él, pronto se dió cuenta que estaba completamente solo. Eso dolió, por un momento creyó que ese apuesto caballero de mirada escarlata se quedaría con él y quizás podrían seguir con esa agradable conversación con la que inició todo, por desgracia, eso no sucedería.

Decidió que era mejor no hacer enojar más a su representante, buscó su teléfono para ver la hora, fue al mirar la mesa de noche que encontró una nota en la que se leía:

Perdón por irme sin avisar, pero te veías tan feliz durmiendo que no quise molestar. Tengo que salir de prisa, estaré esperando tu llamada.

Atte. Kacchan.


No pudo evitar bailar de felicidad, después de todo su apuesto caballero no se había olvidado de él. Luego, cuando pudiera librarse de la molesta sesión de fotos podría llamarlo, seguir conversando y quizás repetir lo de la noche anterior. Con esa idea fue directo a la ducha, listo para comenzar su agotadora rutina.

Pero Izuku no podía imaginar que el imponente héroe con el que más tarde compartiría una sesión de fotografías, resultaría ser el mismo alfa que en una noche cautivó su corazón.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora