Por un latte | parte VII (final)

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Aquel domingo estaban en la sala de estar de Katsuki. Habían desayunado en el comedor, pero se mudaron ahí para ver una película. Una película animada a la que solo Mahoro parecía poner atención, pues sus padres estaban demasiado perdidos en su propio mundo.

Cada vez que la mano de Katsuki se movía un par de milímetros sobre la pierna de Izuku el omega sentía todo su cuerpo temblar.

Sabía lo que pasaría ese día, después del celo de Izuku hablaron sobre ello, sobre entregarse plenamente al otro. Y después de posponerlo por tanto tiempo el momento había llegado.

El timbre de la enorme casa inundó la sala y ambos dieron un respingo en su sitio.

—Iré a abrir —anunció Kacchan levantándose.

—S-sí… —respondió tartamudeando.

No era un adolescente virginal, era un hombre adulto con una hija, tenía que dejar de temblar como gelatina por la idea de hacer el amor con Kacchan. Ya había estado con un alfa… un alfa que lo conoció en sus épocas de juventud, cuando su piel era suave y hermosa, antes de un embarazo, ¿qué pensaría Kacchan al verlo?, ¿y si decidía que no le gustaba…?

—¡Izuku!

Dos voces animadas llegaron desde la puerta, al segundo siguiente se encontró envuelto entre los brazos de Himiko y Ochako.

—¿Cómo estás preciosura? —preguntó Ochako jugueteando con su cabello.

—¿Y cómo está nuestra pequeña monstruita? —se unió Himiko.

La alfa rubia saltó sobre el sillón y fue a sentarse junto a Izuku para tomar a la pequeña Mahoro entre sus manos, Ochako se sentó junto a ella.

—Trajimos bocadillos, pero ya que ustedes estarán ocupados asaltaremos la despensa —dijo tomando el control para buscar una nueva película que ver.

—No roben nada —dijo Katsuki detrás de ellas—. Compórtense o estarás despedida, Himiko.

—Oh por favor, somos amigos Kacchan. Además vamos a hacer de niñeras mientras tú te cenas a la mamá de esta criaturita, la verdad eres muy injusto —se quejó la mujer alfa.

—¡Himiko! —renegaron Ochako e Izuku a la vez— ¡No digas esas cosas enfrente de la niña!

—Sí, sí —respondió desinteresada—. ¿Qué hacen ustedes todavía aquí?, ya deberían estar encerrados en su habitación.

—Si necesitan algo llámenme por teléfono —habló Katsuki mientras se acercaba para tomar la mano de Izuku—. Los biberones de Mahoro están en el refrigerador, solo deben calentarlos, revisen bien la temperatura.

—Sus pañales están en esa maleta sobre la encimera, ya le enseñé a Ochako como se hace —continuó Izuku—. Si no pueden calmarla llamen a Kacchan y bajaré a verla.

—¡Sabemos cómo cuidar una niña! —gritaron las dos, sumamente ofendidas.

—¡Dejen de perder el tiempo y vayan a coger, que yo también quiero irme a casa para hacer lo mismo! —gritó Himiko.

Izuku le gritó desde las escaleras que cuidara su lenguaje, Ochako pudo darle un golpe a manera de castigo por su mal vocabulario.

Por el resto de la tarde la recién formada pareja tuvo que cuidar de la pequeña Mahoro, era para ambas una práctica para cuando llegara su propio bebé.

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Katsuki cerró la puerta con llave una vez que estuvieron en la habitación. Izuku fue hasta la cama, pues esperaba que el alfa tomara la iniciativa.

—¿Va a estar bien, verdad? —preguntó Izuku en un murmullo.

—Les dejé dinero por si necesitan algo, y ese par de glotonas no perderá la oportunidad de comer pizza con mi dinero… Por lo demás no te preocupes, aunque no lo aparentan de verdad son muy responsables, y sé que quieren un bebé, así que cuidarán de Mahoro como si fuera suya.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora