Mil canciones de amor para una puta

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Estaba terminando de cocinar su cena cuando timbraron a su puerta, sabía quién era, por eso se apresuró a apagar las llamas y corrió para abrir.

Atravesó el lugar con unas cuantas zancadas, su hogar era pequeño. Más allá de la puerta de metal su invitado lo saludaba con una sonrisa encantadora.

Se habían conocido hacía algunos meses, cuando Katsuki se mudó a la gran ciudad. Una de esas noches en que necesitaba relajarse dejó que sus amigos lo arrastraran a un burdel, ahí fue donde lo encontró. Se presentó como Deku; era un joven que solía vestirse con las ropas más incómodas que Katsuki hubiera visto jamás, prendas de delgado encaje, cuero negro, altos tacones cada par más colorido que el anterior; aún se preguntaba como era que conseguía caminar sin romperse una pierna, y más aún bailar sobre un tubo en medio de una pista de cristal. Además, Deku solía llevar una peluca de largos rizos de color rosa brillante; su maquillaje perfecto completaba su exótica apariencia.

La noche en que se conocieron se entregaron al otro sin reparos, sin pedir explicaciones o presentaciones formales, y habían terminado enredados en las sábanas noche tras noche.

—Kacchan —llamó Deku con voz coqueta—. ¿Vas a dejarme entrar?, tu vecina del final del pasillo casi se desmaya por verme, te irá mal si me descubre aquí.

—Sí, lo siento —masculló apartándose para dejarlo entrar. De nuevo se había perdido en su mirada, y fantaseado con ver mil veces su sonrisa, cosa que, sin quererlo se había vuelto frecuente.

Mientras cerraba la puerta se reprendió mentalmente, tenía que concentrarse si quería que las cosas salieran bien.

Deku se había adelantado, dejó su maleta en el suelo y conectó su pequeña bocina, una melodía suave pero seductora inundó el lugar. Del otro lado de la estancia Katsuki estaba ordenando un poco su cocina.

—Kacchan —cantó Deku para llamar su atención.

Un par de ojos escarlata estuvieron sobre él, eso encendió su cuerpo en emoción y deseo. Con sensual lentitud desabotonó el gran abrigo que lo cubría, mientras meneaba sus caderas al suave ritmo de su canción.

Pronto su abrigo cayó al suelo, Katsuki soltó un suspiro al verlo plenamente. Izuku estaba “vestido” completamente de negro, llevaba puesto un diminuto sostén, que apenas cubría sus pezones; su intimidad estaba escondida por unas bragas de cuero, sobre las que se ceñía un ligero que sujetaba las altas botas de tacón.

—¿Te gusta, Kacchan? —insistió.

Se había movido lo suficiente para alcanzar a Katsuki y sujetar sus anchos hombros. Aún con los diez centímetros extra que le daban sus tacones tuvo que ponerse de puntitas para alcanzarlo, el otro se inclinó para besarlo.

Sus besos siempre eran gentiles, tenían como propósito transmitir cariño; pero cuando Katsuki envolvió sus manos en el trasero de Deku, apenas cubierto por el cuero, ambos se entregaron a la pasión.

Katsuki pretendía cargar a Deku y llevarlo a la cama, pero su chico de brillantes cabellos rosas no lo permitió. Deku cortó el beso y empujó a Katsuki contra el sofá que se hallaba detrás.

Katsuki cayó con un golpe sordo, sorprendido, aún más cuando Deku continuó con su baile.  Se había dado la vuelta, de espaldas a Katsuki. Cuando la música dió un cambio repentino y estruendoso Deku se agachó, luego, lentamente y acariciando su propio trasero se levantó, echando para atrás sus caderas tanto como podía, de esa forma Katsuki podía tocarlo sin reparos.

Deku volvió a darse la vuelta, estando frente a Katsuki fue a sentarse sobre una de sus piernas, meciéndose lentamente, al tiempo que marcaba un camino de caricias que subía por sus piernas, su vientre desnudo hasta su diminuto sostén, el cual levantó cuando inclinó el pecho hacia Katsuki, invitándolo.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora