Milky

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Desde el momento en que lo tuvo en sus brazos se volvió su más fiel protector.

Había pagado diez monedas de oro por él en aquel mercado de esclavos, todos se sorprendieron al verlo ofrecer tanto dinero por algo tan pequeño e inútil. Había comprado un híbrido de vaca, uno que apenas podía moverse por lo delgado que era; ni siquiera su apariencia valía ese dinero, sus huesos se pegaban a su piel, su cabello era un desastre enredado por tierra y lodo; aún no tenía casta por lo que ni siquiera su aroma valía tal cantidad de oro.

Y aún así, su joven amo el duque Katsuki Bakugo lo envolvió en una manta y lo acunó en su pecho. Era un alfa híbrido de lobo, tan solo tenía quince años, pero ya poseía grandes terrenos y una inmensa fortuna.

—Izuku… ese es el nombre que te daré —murmuró el alfa cuando su carruaje se puso en marcha.

—Es un nombre bello —señaló su madre.

—Los esclavos no merecemos un nombre… —murmuró el pequeño a quien había comprado, Izuku.

—No eres un esclavo, nunca más lo serás.


[...]

Aquel día agitado el amo del castillo estaba en su habitación preparándose para una gran reunión, una en la que se decidiría a su pareja y futura madre de sus hijos.

A pesar de la importancia de la reunión no tenía forma de concentrarse, estaba perdido en un puchero adorable puesto en el rostro de su más fiel sirviente. Izuku estaba anudando el moño de su traje, asegurando los botones y quitando los restos de pelusa que hubieran quedado después de lavarlo.

—Fátima dijo que te regañaron de nuevo, ¿por qué fue esta vez, Izuku? —preguntó el alfa con ese tono impasible en su voz.

—Q-quiere… Di-dijo que al ser el más joven debería convertirme en la nodriza de sus cachorros, señor.

Había terminado de arreglar el traje de su amo, separó sus manos y bajó la mirada.

—¿Y tienes problema con eso? —gruñó el alfa con un tono oscuro.

—Me-me da miedo…

—¿Miedo de qué? —exigió saber con impaciencia, no tenía el temple para lidiar con los tartamudeos de Izuku tan temprano y en un día tan agitado.

—Miedo de los alfas, señor —respondió con la voz rota.

El alfa lo miró por un momento de forma inexpresiva, luego soltó un suspiro pesado y se relajó; no tenía porqué descargar su frustración con Izuku, no entendía el porqué de su miedo, pero era su trabajo como amo averiguarlo.

Invitó al omega a sentarse, mientras él mismo tomaba asiento en la cama, quizás dejar vagar a su mente por unos instantes lo ayudaría a relajarse.

—Explícame —pidió modulando su voz.

Izuku mantuvo su mirada baja, había estado jugando con los olanes de su vestido, al saber que tendría que explicar el porqué de su comportamiento sujetó su colita inquieta y jugó con ella para encontrar calma.

—Nana me ha dicho que los híbridos que son como yo ne-necesitan quedar embarazados para producir leche… Le pidieron ayuda a Eijiro, ya sabe, el panadero. Dijo que él me ayudaría, pe-pero tengo mucho miedo, el olor de otros alfas… Me aterra… Cuando me saludó me congelé, sentí como si quisiera devorarme…

—Eijiro es un toro ¿o no?, deberías sentirte aliviado de que pudieran conseguir alguien de tu misma especie…

El alfa se interrumpió al ver como Izuku se encogía tras cada palabra. ¿Acaso creía a Izuku un estúpido?, por supuesto que él ya sabía que debería estar aliviado, aún así, haber pasado su infancia entre alfas asquerosos que se aprovechaban de su madre y de él había dejado recuerdos dolorosos que no saldrían fácilmente con unas cuantas palabras bien escogidas. Volvió a suspirar al comprender el porqué de los recientes regaños para Izuku.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora