¡Yo me opongo!

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Segundo día del evento #ChristmasWedding

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Sentía que su corazón podría quebrarse en cualquier instante.

Aquello no debía ser, se suponía que era algo como eso no podía pasar jamás, pero sucedió, el amor es caprichoso y terriblemente cruel.

No recordaba con exactitud cuando tuvo conciencia por primera vez, pero recordaba con claridad a cierto hombre rubio que se paseaba por su bosque, al principio estaba aterrado de él; cada vez que se aventuraban en la espesura de la maleza volvía con uno de los habitantes de su bosque sobre un trineo, dejando un rastro de sangre sobre la nieve. Él entendía que esas raras criaturas “los humanos”, comían carne de otros seres y usaban sus pieles para vestir, ese hecho lo aterraba hasta la médula.

El día que quedó herido y solo en una de las trampas de ese hombre temió que el día de su muerte hubiera llegado. Estuvo cara a cara con el cazador, una fría mirada escarlata puesta sobre él y un afilado cuchillo listo para asesinarlo.

Cuando despertó estaba en una cabaña acogedora, aunque intentó retorcerse y huir su pata herida lo mantuvo quieto en aquel paraje desconocido.

El cazador que se suponía debía matarlo cuidó de él, lo alimentó, lo acogió. Se unieron en un acuerdo sin necesidad de intercambiar palabras, el cazador tomaba lana de él y a cambio ofrecía comida y protección.

Luego de ese primer encuentro pasaron noches tormentosas refugiados en la misma cama, con el cazador burlándose de la oveja cobarde que temblaba con el retumbar del cielo, y poco a poco, sin siquiera notarlo se tomaron cariño mutuamente.

Ahora se encontraban en esa situación, el cazador tomaría por esposa a una mujer de otra tribu para mantener una alianza. Deku creyó entenderlo, se convenció que así tenía que ser, pero ver a Katsuki sostener las manos de esa mujer y mirarla con una sonrisa le destrozó el corazón.

—¿Katsuki, aceptas a esta mujer como tu futura esposa, para amarla, cuidarla y respetarla? —preguntó la mujer que oficiaba la ceremonia.

“No, por favor no”, suplicó un corazón que no tenía voz.

—Acepto —respondió el cazador con una sonrisa.

La misma pregunta fue hecha a la mujer y ella respondió con alegría un rotundo sí. Los invitados a la gran boda tuvieron que atar una cuerda al cuello del pequeño carnero, estaba poniéndose nervioso, haciendo ruido e intentando correr hacia Katsuki.

El cazador lo miró por un instante, sonriendo, prometiendo sin palabras que todo estaría bien.

—Si hay alguien ahora que se oponga a la unión de estas dos almas, que hable ahora o calle para siempre —habló en alto la mujer.

Una voz silenciosa gritó con toda la fuerza de su alma: ¡Yo me opongo!

La desesperación de la que había sido presa toda su vida cobró sentido entonces, sin importar lo alto que gritará, sin importar cuanto intentará, jamás sería escuchado, nunca podría decirle al mundo eso que hacía latir acelerado a su corazón.

La ceremonia se detuvo cuando una extraña luz inundó el claro, los murmullos de incertidumbre se apoderaron de la multitud, hasta que todos escucharon los sollozos lastimeros de una voz desconocida:

—Por favor, Kacchan… no te cases con ella, por favor… yo te amo…

La luz fue haciéndose tenue, y conforme los asistentes veían con más claridad más creían aquello como un sueño.

En el lugar que antes ocupaba un carnero de lana afelpada ahora yacía un joven delgado, de brillante cabello como el jade y piel de porcelana, tan blanca como la nieve. Estaba inclinado contra el suelo dejando sus lágrimas correr por sus mejillas.

—No te cases con ella… por favor… —suplicó buscando consuelo entre sus propios brazos.

La multitud miró expectante como el novio bajaba del altar al tiempo que se quitaba la capa, con ella envolvió al joven para protegerlo del frío invernal.

Al sentir el calor del cazador y su aroma envolviéndolo Deku levantó la mirada.

Katsuki volvió a perderse en esos ojos brillantes, tal como el día en que se encontraron por primera vez había en la mirada de esa criatura asustada una súplica.

—¿Deku? —preguntó en un murmullo. Intentando convencerse que aquel carnero al que tanto tiempo cuidó no podía ser ese joven que ahora estaba frente a él.

—¿Kacchan?

Deku estiró sus manos para capturar el rostro del cazador, entonces cayó en cuenta que ahora era parte de ese mundo, un igual para el hombre que amaba. Se arrojó a sus brazos con la alegría desbordando de su corazón, Katsuki lo atrapó por impulso.

El cazador se levantó de su sitio y todos pudieron ver al joven que salió de la nada. No era del todo humano, los cuernos en espiral y las orejas alargadas lo delataban como un ser del que solo se hablaba en mitos, algo parecido a un druida, quienes se suponía habían desaparecido hacía cientos de años.

—La boda tendrá que posponerse, Katsuki —dijo la sacerdotisa con un hilo de voz.

Deku se aferró con más fuerza al cazador, murmurando para sí mismo: “no por favor, no te cases con ella”.

El cazador buscó la mirada de la sacerdotisa, le preguntó sin palabras si era posible cumplir la petición de Deku.

Él no aún no sabía que la boda sería pospuesta, pues habría un cambio de planes, o mejor dicho un cambio de novia. Un matrimonio con una criatura mitológica le daría a los humanos la fuerza suficiente para enfrentar las adversidades futuras y llevaría prosperidad a su tierra, además, sin notarlo Katsuki había caído en la misma trampa que Deku, pues al sentir su calor y escuchar su voz fue como si hubiera encontrado algo que no sabía que había perdido.



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Espero que se entienda, pero por si las dudas, Izuku siempre fue un carnero no un híbrido.

-D.K.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora